El presente almanaque de criaturas insospechadas, representantes singulares de la fauna que, si bien en ocasiones parecieran trastocar los linderos de la fantasía, en efecto son de carne y hueso (o de quitina y tegumento, según sea el caso) y maquinaciones de nadie más que de la evolución biológica, no podría estar completo sin un repertorio particular de habitantes extravagantes del territorio mexicano. Ya lo decía uno de los grandes naturalistas anónimos: «hay que conocer el mundo, sin duda, pero primero hay que comenzar por el patio trasero», y vaya que la biodiversidad de estos lares mesoamericanos resulta deslumbrante. Por Andrés Cota Hiriart con ilustraciones de René Villanueva Maldonado.*
En México convergen dos regiones biogeográficas distintas: la Neártica y la Neotropical, cada una con sus condiciones climáticas específicas y serie de organismos respectivos. Es decir que figuramos como el límite y, por consiguiente, encrucijada de dos tipos de biota diferentes, o si se prefiere, en estas tierras se encuentra la frontera entre la fauna, flora y funga características del hemisferio norte del continente (habituadas a climas más templados) con aquella propia del hemisferio sur (de esencia más tropical); una transición entre ecozonas que nos otorga el privilegio de contar con representantes de ambos conjuntos de linajes y que más o menos coincide con el eje neovolcánico transversal que atraviesa el país por la mitad.
Sumemos a lo dicho la alta actividad geológica y delirante perfil orográfico, que dota al paisaje de múltiples ecosistemas ––bosque mesófilo y templado, selvas secas y húmedas, matorrales xerófilos y pastizales, manglares y dunas; sabana, mezquital, palmar, chaparral, etc.––, y comenzará a comprenderse entonces el por qué de la tremenda biodiversidad que aquí merodea. Sin ir más lejos, los organismos referidos constituyen el doce por ciento del total de especies que existen en el planeta. De ahí que suela denominarse a México como una nación megadiversa (categoría que ocupa junto con Colombia, Ecuador, Perú, Brasil, Congo, Madagascar, China, India, Malasia, Indonesia, Australia, entre otros).
Pero no estiremos demasiado el contexto, simplemente dejémoslo en que con tal cantidad de morfologías de las cuales elegir, realizar la selección del pequeño bestiario presente no resulta nada sencillo. No obstante, va una breve selección de fieras mexicanas que parecen como inventadas, ya quedará a merced del lector determinar si efectivamente en estos menesteres, tal como suele ser norma tramando con otros aspectos del mundo natural, la realidad supera a la fantasía.
Lagarto topo de Baja California, Bipes biporus
Si hubiera que elegir un único espécimen para otorgarle el título al reptil de aspecto más inverosímil, en definitiva, éste tendría que ser el lagarto topo del desierto bajacaliforniano. Aunque no lo parezca, se trata de una lagartija, un pequeño saurio extraño —insistamos: el más extraño de todos— de color rosa pálido y semblante se diría demoniaco, que ostenta un cuerpo alargado y delgado como el de una serpiente. Son endémicos del noroeste mexicano, tienden a mostrar preferencia por entornos secos y llegan a medir hasta veinticuatro centímetros de largo.
Por la parte posterior no presentan patas, mientras que por la anterior cuentan con dos patitas diminutas rematadas en dedillos inquietantes y sumamente activos. Sus escamas son planas y cuadradas, de alguna manera pareciera como si estuviesen lubricadas, y su cuerpo genera la falsa impresión de encontrarse anillado, razón por la cual en ocasiones se le confunde con un gusano; de hecho, el nombre que recibe su grupo, Anfisbaenido, hace alusión precisamente a dicha similitud, designándolos como: «gusanos lagarto».
No sólo su aspecto es peculiar, en especial el de su rostro, con esa apariencia francamente extraterrestre y aquellos ojillos punzantes completamente negros y chiquitos como cabezas de alfiler, sino también lo son sus hábitos. Ya que se trata de una especie fosorial, que cava galerías bajo la tierra y que rara vez emerge a campo abierto, aún se desconocen muchos aspectos sobre su historia de vida. Lo que sí sabemos es que son depredadores, se alimentan de insectos, arácnidos, anélidos y otras presas de tamaño semejante que cazan con voracidad, y algunos estudios siguieren que, aunque se le vea poco, en su área de distribución podrían ser relativamente abundantes.
Lagarto enchaquirado de Chiapas, Heloderma alvarezi
El lagarto enchaquirado de Chiapas, escorpión negro o lagarto de cuentas negro es pariente cercano del célebre Monstruo de Gila y, al igual que éste, produce un veneno sumamente potente. Aunque el consenso actual es que ciertos tipos de varanos, el Dragón de Komodo entre ellos, también producen algo de veneno, los integrantes del género Heloderma secretan la ponzoña más tóxica entre todas las lagartijas; con una dosis letal de 2 mg. por kilogramo de peso de la víctima (esto es semejante al de algunas serpientes de cascabel, como Crotalus atrox, y al de los cantiles boca de algodón, Agkistrodon piscivorus).
En México habitan cuatro representantes del género Heloderma, siendo la especie oriunda de Chiapas, Heloderma alvarezi, nombrada en honor del connotado naturalista Miguel Álvarez del Toro, quizá la menos conocida. Se trata de lagartos relativamente grandes, con cuerpo macizo, rostro achatado y contorno tosco que alcanzan a medir poco menos de un metro de largo y rondar el kilo y medio de peso. Presumen garras largas y puntiagudas, cola gruesa y una lengua bífida como la de las serpientes, sólo que más ancha y carnosa que la propia de los ofidios y de contrastante color rosado.
Su cuerpo se encuentra recubierto por pequeñas escamas redondas y lisas como balines, cuyo tamaño y textura recuerdan a las de las cuentas de chaquira, de ahí su nombre común. A diferencia del resto de sus congéneres, que presentan patrones salpicados en tonos oscuros y claros sobre la piel, los integrantes de esta especie suelen ser enteramente negros. Habitan en el Valle del Río Grijalva, su ambiente característico es el del Cañón del Sumidero, en donde se alimentan de mamíferos pequeños, aves, huevos, insectos, anfibios y otros reptiles que cazan con insistencia hacia las horas crepusculares y de la noche temprana.
Ajolote de Alchichica, Ambystoma taylori
Alchichica es el nombre de una gran laguna volcánica que se localiza en el altiplano del estado de Puebla a 2,300 metros de altura. Está rodeada por vegetación Xerófila y sobre sus orillas abundan los estromatolitos, es decir, depósitos minerales ––cuya forma remite a una especie de coral terrestre–– asociados a colonias de cianobacterias (esos microrganismos que en tiempos remotos propiciaron el cambio de la atmosfera planetaria, ocasionando que pasara de ser reductora a oxidante, y a quienes el grueso de los organismos actuales debemos hasta cierto grado la vida). Sus aguas frías y considerablemente profundas, alcanzan alrededor de sesenta metros de hondo, son hogar de uno de los ajolotes más cautivadores del planeta.
Conocidos popularmente como «ajolotes jaguar» por su estético patrón manchado en tonos dorados sobre fondo verde oscuro o fondo amarillo crema con manchas negras, estos icónicos organismos alcanzan casi los veinte centímetros de longitud; dimensiones bastante generosas en lo que a su estirpe refiere. Probablemente se trata de la menos conocida de las tres especies neoténicas (que no realizan la metamorfosis, permaneciendo en forma de larva en lugar de convertirse en salamandra) de estos anfibios que habitan en México. Las otras dos son el célebre Axolotl del Valle de México, así como el también mediático Achoque de Pátzcuaro, con quienes el referido aquí comparte el mismo esquema de vida y caracteres morfológicos y etológicos generales.
La población total de ajolotes de Alchichica se restringe únicamente a dicha laguna, es decir que, al igual que muchos otros representantes de su género, es una especie microendémica y, como el resto de su tipo, se encuentra gravemente amenazada. La laguna misma es bastante interesante, es un medio con muy baja diversidad, además de ajolotes, sólo hay crustáceos, algas, diatomeas, una especie de pez y una de rana, y en los poblados aledaños se cuenta la leyenda de que el agua no tiene fondo.
Amblipígido gigante de caverna, Amblypygi sp.
La primera vez que uno se topa de frente con un amblipígido —también conocidos como arañas escorpión o clanacos— resulta casi inevitable querer salir corriendo en la dirección opuesta. En especial si el encuento sucede dentro de una caverna húmeda y oscura y el arácnido en cuestión es del tipo cuyas delgadas extremidades alcanzan los treinta centímetros de longitud; tales como los que merodean en las grutas del sureste mexicano.
Y es que no hay forma de negarlo, dotados de una mezcla entre araña gigante, cangrejo y escorpión, se imponen como quimeras francamente intimidantes. Presentan un cuerpo ancho, duro y plano, cuya textura remite a la de los crustáceos y que suele ser de color oscuro o castaño. Sobre los flancos laterales de la región frontal del cuerpo se proyectan radialmente sus enromes patas, el primer par de estas son antenifomres, o sea más alongadas y delgadas que el resto y que desempeñan una función perceptiva (tanto táctil como quimiorreceptora) y su cara anterior está rematada por dos tenazas descomunales y espinosas. No tienen cola, ni aguijón, pero aún así se plasman como uno de los arácnidos más enervantes de todos. Sin embargo, por contraintuitivo que parezca, estos monstruos invertebrados son completamente inofensivos, o al menos lo son para nosotros; la cosa cambia si se le pregunta a la variada serie de criaturas de las que se alimentan: insectos, otros arácnidos, miriápodos, pequeños mamíferos y anfibios.
Existen unas ciento treinta especies registradas dentro del grupo (las más pequeñas alcanzan apenas el medio centímetro de largo), erigiéndose México y Brasil como los países con mayor diversidad a nivel mundial (al igual que en el caso de las tarántulas). Durante el periodo de reproducción las hembras cargan sobre la parte ventral unos sesenta huevos, después, al emerger las crías trepan hasta su dorso y ahí permanecen hasta que ocurre la primera muda. Cabe destacar que en tiempos recientes estos estos arácnidos comienzan a cobrar cierta popularidad dentro del mercado de mascotas exóticas, lo cual podría poner en peligro sus poblaciones.
Serpiente rey negra del noreste, Lampropeltis getula nigrita
Estas serpientes habitan en Sinaloa, Sonora y el sur de Estados Unidos, alcanzan el metro y medio de longitud y presentan una coloración oscura uniforme, la cual oscila entre el café chocolate y el negro obsidiana con una apariencia lustrosa. Pertenecen al grupo de los colúbridos y, al igual que la mayoría de éstos, no poseen veneno. En su lugar, matan a sus presas por medio de la constricción, se enroscan alrededor del cuerpo dándole varias vueltas completas y comienzan a apretar, con lo cual impiden el flujo sanguíneo de la víctima y en consecuencia provocan una alteración considerable de la presión arterial. Al continuar ciñendo su abrazo ocasionan que el corazón se vea rebasado, a la vez de que se interrumpe el suministro sanguíneo a los diferentes órganos vitales, lo que da lugar a una isquemia generalizada (falta de oxígeno en los tejidos) y finalmente a un fallo sistémico.
Aunque también se alimentan de roedores, lagartijas y algunas otras presas pequeñas, estos organismos muestran una inclinación marcada por la ofidiofagia, es decir, que se comen a otras serpientes ––de ahí el título de «rey»–– incluyendo a distintos tipos de serpientes venenosas, como las víboras de cascabel que abundan en su área de distribución y al veneno de las cueles son inmunes. Cabe agregar que la capacidad digestiva que poseen es sumamente remarcable, ya que en algunas ocasiones cazan y consumen serpientes prácticamente de su mismo tamaño.
Rana de cristal, Hyalinobatrachium sp.
Las ranas de cristal o centronélidos son una familia de anuros oriundos de Suramérica y Centroamérica que se destacan porque aproximadamente un cuarto de sus especies, tales como aquellas del género Hyalinobatrachium que habitan en México, presentan una condición excepcional en lo que a vertebrados refiere: es posible observar sus vísceras y entrañas a través de la piel. Debido a que la parte ventral de su cuerpo es completamente transparente, de ahí el nombre de cristal, puede distinguirse el corazón, los pulmones, el hígado y demás órganos internos en pleno funcionamiento mientras que las ranas realizan sus actividades cotidianas. Por la parte dorsal suelen ostentar coloraciones brillantes, en tonos verde limón, azuloso o amarillentos llamativos.
Se trata de anuros pequeños, de entre tres y seis centímetros, de hábitos nocturnos y arborícolas y con ojos grandes, en ocasiones sus pupilas presentan tonos dorados y formas extravagantes. Durante la época de reproducción los machos se posicionan sobre una hoja prometedora cerca de algún cuerpo de agua y cantan para atraer a las hembras, frecuentemente entablando combates sonoros álgidos con los demás pretendientes. Trascurrido el amplexo (o abrazo reproductivo), defienden sus huevos hasta que eclosionan y los renacuajos caen al agua. En México habitan varias especies de estas ranas, principalmente en los estados de Guerrero, Veracruz, Puebla, Oaxaca y Chiapas.
Lagarto arbóreo o dragoncillo, Abronia graminea
Las abronias, popularmente conocidas como «dragoncillos» o «lagartos cocodrilo», son lagartijas de hábitos completamente arborícolas. Habitan en los bosques de niebla del centro del país, donde pasan toda su vida en lo alto del dosel forestal. Se alimentan de insectos y beben las gotas de agua condensadas sobre las hojas o el agua de lluvia que queda atrapada en el interior de las bromelias. Poseen una cola larga y prensil, escamas cuadradas y lisas, dispuestas de manera que crean bandas transversales, y coloraciones vistosas. En el caso de la Abronia graminea, verde perico o azul con las escamas delineadas en negro y el buche y los párpados amarillos, sin duda figuran entre los organismos más bellos sobre la faz de la Tierra.
Son lagartijas ovovivíparas, es decir que el desarrollo de los huevos se lleva a cabo en el interior de la madre y las crías nacen vivas. Durante la época de reproducción los combates entre machos suelen ser frecuentes, combates riesgosos ya que a pesar de ser relativamente pequeñas cuentan con mandíbulas poderosas. Los adultos llegan a medir unos diez centímetros de la punta de la nariz a la base de la cola y la cola suele ser tan grande como el resto del cuerpo o incluso más, alcanzado los quince centímetros de largo. A diferencia de otras lagartijas, suelen realizar la muda de piel completa y en una sola acción, emergen por la parte frontal de la cabeza y dejan atrás una copia dérmica de sí mismas a la manera de las serpientes.
La distribución natural de esta especie se restringe sólo al área protegida del Pico de Orizaba, entre Veracruz y Puebla, por arriba de los 1,300 metros de altura. Un perímetro bastante limitado que podría designarse como microendemismo (México cuenta con varias otras especies únicas de estos hermosos reptiles, la mayoría de los cuales habitan en zonas sumamente restringidas y a elevaciones considerables) y que torna su población en un blanco frágil ante la destrucción del entorno, así como ante la constante caza furtiva para el mercado ilegal de mascotas exóticas; cuestiones que han ocasionado que en la actualidad todas las especies del género se encuentren gravemente amenazadas.
Nauyaca de pestañas, Bothriechis schlegelii
Las nauyacas de pestañas, también conocidas como «oropel» o «terciopelo», son vipéridos de tamaño relativamente pequeño, rara vez sobrepasan los ochenta centímetros de largo, y de hábitos completamente arborícolas. Su rango de distribución es extenso, abarca desde el sureste mexicano hasta Perú y su coloración varía notablemente entre individuos y localidades: existen algunas que son amarillo mango intenso, otras son naranjas o terracota, también las hay verdes o cafés y no pocas cuentan con patrones marmoleados (que parecieran mimetizarlas con los líquenes que abundan en los troncos del dosel forestal).
Presentan una cabeza triangular y amplia, bien marcada en relación al cuello, con ojos grandes y pupilas verticales y escamas preminentes que sobresalen por la parte superior de cada uno de los ojos (de ahí el nombre de nauyaca de pestañas). Como el resto de las nauyacas, presentan fosetas loreales termosensibles, orificios localizados en el frente de su rostro que les permiten detectar la gama infrarroja del espectro y así el gradiente de temperatura por medio del cual localizan a sus presas. Son depredadores de emboscada, se alimentan de roedores, culebras y anfibios, no obstante, parecen mostrar una predilección marcada por las aves y son capaces de atraparlas en pleno vuelo (por ejemplo, a los colibríes los emboscan enroscándose sobre alguna inflorescencia y, cuando el colibrí va en busca de néctar, la serpiente lo captura).
Se trata, como muchos otros vipéridos, de reptiles ovovivíparos, es decir que la gestación de los huevos ocurre dentro de la madre y dan a luz a una camada de unas ocho a doce crías. El veneno de estas serpientes es muy potente, principalmente de carácter hemotóxico (que licua los tejidos) pero también con factores miotóxicos. Aunque poco frecuente, pues su temperamento no suele ser agresivo, su mordedura puede resultar letal a menos que se administre antídoto con prontitud.
Sapo de Sonora, Incilius alvarius
El sapo de Sonora es un anfibio de cuerpo rotundo y semblante apacible, con proporciones similares a las de una toronja pequeña pero de piel verrugosa. Pasa la mayor parte del año resguardado bajo la arena del desierto, sumido en un letargo placentero y reparador, emergiendo a la superficie sólo en época de lluvias, periodo breve —un par de meses a lo sumo— durante el cual se alimenta desquiciadamente de insectos y se reproduce de manera afanosa, congregándose significativamente debajo de los postes de luz en poblados rurales. Siguiendo tal pauta de vida, se estima que llegan a vivir unos veinte años.
Esta especie es notoria porque produce las dos sustancias psicoactivas más potentes que se conocen: 5-meo-dmt y bufotenina, las cuales son secretadas a través de sus glándulas parótidas en forma de un líquido espeso y lechoso, y que han valido para que sea considerado como una criatura medicinal entre los integrantes de la Nación Comcaác y directamente como un ente sacro entre ciertos círculos de psiconautas venturosos y chamanes new age; si ir más lejos, en Huntsville, Texas, existe la iglesia del sapo o «The Universal Shamans of the New Tomorrow», como la bautizó su fundadora Brooke Tarrer.
Aunque aún existe controversia entre los historiadores, se dice que el uso del sapo podría remontarse a tiempos prehispánicos, sin embargo, recientemente ha ganado popularidad a nivel global, generando en consecuencia un alza considerable en la demanda que comienza a poner en peligro su población silvestre; la cual se limita a un área pequeña del sur de Estados Unidos y norte de México, y de la que aún adolecemos de estudios en forma (en california, sin ir más lejos, ya se considera como una especie extinta a nivel local).
Se insta al lector a buscar la entrada correspondiente a esta especie en el catalogo de fieras alucinógenas comprendida en el presente bestiario, donde se ofrecen testimonios de los efectos que producen dichas sustancias cuando son fumadas, pues llevan al homínido a las fronteras más lejanas de los territorios de la conciencia, allá donde la aniquilación del ego es una garantía y se acaricia el vórtex sideral.
Pez ciego de los cenotes de Yucatán, Typhliasina pearsel
En los cenotes y ríos subterráneos de la península de Yucatán merodea una criatura muy peculiar: la dama ciega blanca. Un pez entre blanquecino y rosáceo que no tiene ojos y que, a decir de algunos naturalistas obstinados, reaviva el debate evolutivo ––pues pareciera que perdió los ojos por no utilizarlos––, trayendo de nuevo a cuento las ideas de Lamarck; quien defendía que los caracteres adquiridos por los organismos eran heredados a su descendencia y que la evolución obedecía a las necesidades que estos tuviesen, y no a un proceso de prueba y error biológico en función de presiones selectivas y aptitud reproductiva como propuso Darwin.
Son de tamaño relativamente pequeño, alcanzan los diez centímetros de largo, y se alimentan de crustáceos y moluscos, a los cuales detectan por medio de las vibraciones del agua. Se trata de animales endémicos de los sistemas dulceacuícolas semicerrados que conectan a todos los cenotes entre sí. Una reliquia biológica: el único representante actual de su género y uno de los contados tipos de vertebrados que habitan allá abajo entre las estalactitas y el agua tan fina y clara que pareciera no existir. Debido al deterioro y contaminación que azota dicho sistema de ríos subterráneos hoy en día, aunado a la construcción del tren mal llamado maya, está especie confronta la extinción.
Rana arborícola cabeza de pala, Triprion petasatus
Esta rana arborícola, oriunda de las selvas del sureste mexicano, Belice y Honduras, cuenta con uno de los semblantes más extravagantes de todos los anuros, su conspicua cabeza, alargada y prominente de la que sobresalen dos ojos enormes, termina rematada por una trompa triangular, aplanada y puntiaguda que recuerda a los picos de los patos o a la parte metálica de las palas.
Son anuros relativamente grandes, alcanzan hasta los doce centímetros de longitud y su piel presenta una coloración llamativa con patrones jaspeados en amarillo crema sobre fondo vino o café. Son de hábitos nocturnos y se alimentan de insectos y pequeños mamíferos. Se piensa que esa forma caprichosa de la cabeza podría fungir como método de protección, ya que suelen guarecerse en las cavidades de los troncos de manera que su cabeza quede cerrando la abertura.
Si te gustó esta entrada, no dejes de consultar el resto del bestiario: fieras alucinógenas y fieras voladoras. Y espera una versión impresa a finales de año. Gracias por leer y compartir…
*Aquí puedes ver más sobre René Villanueva Maldonado: el naturalista como artista
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