Un tema recurrente en las películas son los viajes en el tiempo. Se podría incluso proponer que, de cierta manera, en todas las películas sucede un viaje. Inclusive en aquellas donde la historia en su totalidad ocurre al interior de una habitación, (The Sunset Limited (2011), The Rope (1948), o Buried (2010) por ejemplo), los personajes experimentan un desplazamiento, un cambio dentro de sí mismos: un viaje interior.
En las conocidas “Road Movies”, este cambio es un tanto más evidente y se refleja en las locaciones por las que los personajes van pasando. En Thelma & Louise (1991), por ejemplo, el ambiente urbano opresor se va diluyendo poco a poco hacia la libertad del desierto, siendo el salto al vacío del final el epítome de la libertad.
Como máximo exponente de ambos casos, de cambio interior y exterior, se podría mencionar la obra maestra Lawrence de Arabia (1962). La escena en cuestión nos presenta al soldado inglés perdido en el desierto escuchando a una figura en el horizonte gritarle “¿Quién eres? ¿Quién eres?”. David Lean, el director, después nos muestra el rostro de Lawrence anonadado por la pregunta. Pues justo esa es la interrogante de todo el film. Esa es la duda que tiene Lawrence durante las tres horas y media de narración. El viaje por Arabia y la guerra que se va desarrollando a su alrededor son simplemente herramientas para responderla.
Eso son los viajes:
- 1- la manera en la que podemos movernos y trasladarnos a través del espacio dándole significado a cada movimiento., y
- 2- la manera en la que una persona puede transformarse interiormente; llegando a un objetivo tanto físico como psicológico en nuestra aventura. Pero, como especie insaciable que somos, los humanos siempre queremos más y no nos bastan las tres dimensiones en las que nos podemos mover en el espacio.
Stephen Hawking lo explica de la siguiente manera; estamos manejando un veloz automóvil deportivo, si nos movemos en una línea recta estamos viajando en una dimensión. Cuando giremos el volante para tomar una curva y nos movamos lateralmente estaremos viajando en una segunda dimensión, y cuando tomemos una pendiente para subir un cerro, o bajarlo posteriormente, estamos viajando en la tercera dimensión. Arriba, abajo, a los lados, enfrente y atrás. El espacio físico que nos rodea.
Sin embargo existe otra dimensión por la cual siempre hemos estado obsesionados en viajar. La cuarta dimensión: el tiempo. Desde sus inicios la ciencia ficción ha estado plagada –y seguirá estándolo– de historias de viajeros en el tiempo. Y el cine, como medio más popular del siglo XX, no se ha quedado atrás. El viaje en el tiempo se ha utilizado tanto en la cinematografía mundial que ya no es exclusivo del género de aventura que lo caracterizaba en un principio; ahora hay comedias, tragedias, películas románticas, de terror, etc., que centran su arco dramático en tal fenómeno de translocación temporal.
A continuación analizaremos cada uno de los posibles casos de saltos en el tiempo.
El deseo de conocer lo que vendrá (viaje al futuro)
Se podría decir que la ciencia ficción se creó en parte por esa ambición de anticipar lo que nos depara el futuro. Siempre han habido historias populares sobre como actuaría la humanidad en un futuro poco o muy distante. Desde los Súper Sónicos hasta StarTrek, tenemos una necesidad de conocer y, para los escritores, anticipar los avances de la raza humana. Si Asimov pudiera ver los avances tecnológicos que hemos logrado, el desarrollo que la inteligencia artificial ha logrado obtener, resulta difícil sopesar si estaría asombrado por sus predicciones o igualmente horrorizado por ellas.
Es un tanto complicado encontrar una película que nos presente el futuro como algo deseable. La mayoría de ellas retratan distopías espantosas. Tenemos el caso:
- A) en donde un sistema opresor mantiene a raya a las mayorías, mientras que las minorías se revuelven un su poder (Brasil (1985), V de Venganza (2005), Blade Runner (1982)).
- El caso B) donde una catástrofe ha causado la desgracia de la raza humana (Soy Leyenda (2007), Doce Monos (1995), Hijos del Hombre (2006)).
- O el caso C) con escenarios donde todo parece ser perfecto, pero con un secreto que repugna a todos los espectadores ajenos a ese futuro (Soylent Green (1973), Minority Report (2002)).
En las contadas excepciones podemos contar, por ejemplo, el futuro presentado en Volver al Futuro II (1989), en donde el peor escenario es la persistente existencia de muchachos abusivos como los han habido siempre, pero con la ventaja de contar con tenis que se ajustan solos, chamarras que se secan y patinetas voladoras. Es general la decepción cuando a mitades del año 2015, fecha representada como el futuro en dicha película, aún no hemos conseguido crear ninguno de esos artículos; al menos no a un precio razonable que la mayoría del público pueda acceder.
¿Se puede viajar al futuro?
De acuerdo con la teoría de la relatividad de Einstein, la gravedad influye en el paso del tiempo. Procesos que ocurren cerca de un cuerpo masivo toman más tiempo en completarse que procesos que ocurren lejos del cuerpo masivo. Por ello los relojes colocados en los satélites que orbitan nuestro planeta tienen un mecanismo que los retrasa un segundo cada día, ya que el tiempo corre más lento aquí abajo que allá arriba. Eso quiere decir que si nos colocáramos cerca de un objeto increíblemente pesado el tiempo pasaría mucho más lento para nosotros.
En Into the Universe With Stephen Hawking, el autor de Una Breve Historia del Tiempo teoriza que si una nave espacial viajara hacia el hoyo negro al centro de nuestra galaxia (un hoyo negro con la masa de 4 millones de soles), y lograra dar una vuelta a su alrededor –una órbita de 30 millones de millas en diámetro, es decir más de 48 millones de kilómetros–, desde la tierra, siguiendo el viaje por un centro de control, observaríamos que, exagerando un poco, la órbita completa de la nave al hoyo negro tomaría sesenta minutos en completarse. Pero, para los tripulantes de la nave espacial, gracias a la inmensa gravedad del hoyo negro, el tiempo se alentaría. Ellos experimentarían el paso de tan solo 30 minutos.
Según Hawking, la reducción del tiempo sería a la mitad de lo que pudiéramos observar. Y eso es simplemente en la órbita del hoyo negro.
Al final de InterStelar (2014), el personaje de Matthew McConaughey se adentra hacia un hoyo negro, en donde descubre un lugar desde donde puede ver todo el tiempo frente a él. Cada instante que él desee encontrar está ahí, a la manera de una especie de biblioteca digital. Al emerger del paso del tiempo, han pasado cerca de 60 años y ahora sus hijos son mucho más viejos que él.
No sabemos que se encuentra dentro de un hoyo negro, ni como funcionan diferentes aspectos, tanto físicos como biológicos, dentro de ellos. Si en algún momento se logra una expedición a través de uno, puede que nos asombremos lo acertado que estuvo Cristopher Nolan en su interpretación; pero, por supuesto, puede que se equivoque. Como no lo sabemos, se pueden exagerar a cualquier límite sus efectos.
Otra manera de viajar al futuro es viajar muy, pero muy rápido.
Según la teoría de la relatividad, la velocidad relativa es otra manera de alentar el tiempo. Si lanzáramos una nave espacial con una velocidad que llegara casi, pero nunca alcanzando, a la velocidad de la luz, los pasajeros experimentarían en un día lo que para nosotros en la tierra tomaría un año entero. Eso quiere decir que si la nave hubiera salido de la Tierra el primero de enero del año 2000 y viajara desde el inicio a un 99% la velocidad de la luz, según el calendario que los tripulantes llevarían dentro de la nave, regresarían el 1 de enero del 2001. Sin embargo, los astronautas se sorprenderían al encontrarse con el año 2365.
Si el Doctor Brown de Volver al Futuro hubiera preferido este método que el plutonio, el pobre “deLorean” hubiera tenido que viajar mucho más que 88 millas por hora. Casi 671 millas por hora.
Fantástico. Entonces el viaje al futuro es una posibilidad. Casi inexistente por las condiciones que deberíamos alcanzar para que un viaje al futuro considerable, digamos 100 años, sea logrado. Pero una posibilidad ante todo.
En el siguiente número de esta columna analizaremos si el otro viaje en el tiempo, el viaje al pasado, es tan fácil de lograr como se propone popularmente en muchas películas, así que no se pierdan el próximo capítulo. O tomen una nave a casi la velocidad de la luz y léanlo justo ahora.
Fuentes y más información
Dr. Marc Space: Time Travel
http://www.physics.org/article-questions.asp?id=77
A brief History of Time Travel
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