Han dado las nueve de la mañana. Me preparo con audífonos y un té al lado de mi equipo de cómputo. Mi libreta y mi bolígrafo están listos para hacer una entrevista que jamás había imaginado. Mi nerviosismo como científico se dispara y me pregunto: “¿Podré hacerlo?”. La bióloga Edna Suárez, quien fuera mi asesora de tesis de maestría y doctorado, casi me da un coscorrón al ver que iba a entrevistar a un creacionista portando una playera de Charles Darwin. Afortunadamente, dado que en las noches corro en Ciudad Universitaria, traigo dos mudas de ropa. Por Jorge Armando Romo*
La llamada empieza y nos conectamos de inmediato. Mi interlocutor es muy amable y empático. Dada una comunicación previa por correo electrónico, tengo claro que mi entrevistado que se llama Rubén y que es muy religioso. La entrevista comienza. Pese a algunas interferencias en la red, descubro de viva voz a una persona que no sólo es un activista creacionista, sino que cuenta con una trayectoria académica, amplio manejo de redes sociales, e internet, así como una gran habilidad para negociar y hacer contactos. La entrevista no dura tanto, nos despedimos amablemente.
Ha sido una experiencia interesante: eliminé algunos mitos que tenía sobre los creacionistas y profundicé en su forma de pensar y sus estrategias para darse a conocer. Ya hay material suficiente para empezar a redactar esa tesis de doctorado que será presentada en más de treinta eventos a nivel nacional e internacional. Los artículos académicos están en camino, pero esto impediría que otro tipo de lectores especializados no sepa del tema. Sin más preámbulo, rompamos la barrera de la academia y compartamos un té o una cerveza mientras les platico sobre un tema que parecería no tener ninguna relevancia en México.
El creacionismo en los Estados Unidos
Empecemos por el principio. ¿Qué demonios es el creacionismo? Alejándome de las posturas escépticas más recalcitrantes que minimizan el tema y sólo lo tachan de ser una pseudociencia, el creacionismo es un movimiento religioso, social y político con amplios recursos y participación de personas interesadas en su difusión e implantación en todos los niveles sociales. Se basa en un literalismo bíblico, es decir, sostiene que la Biblia y, especialmente, el libro del “Génesis”, relatan con veracidad el origen del mundo y del ser humano. Si bien está anclado en el cristianismo evangélico, también se ha manifestado en confesiones católicas, musulmanas, mormonas, etc.
Uno de sus temas más odiados es justo la teoría de la evolución de Charles Darwin, a la que ve como una aberración y una imposición de los biólogos. La razón es simple: cualquier propuesta que parezca negar el Génesis, especialmente la edad bíblica de la tierra que ronda alrededor de 6,000 años, es considerada como un aspecto que debe ser combatido. Así, las teorías geológicas de la Tierra o la teoría del Big Bang también son cuestionadas con dureza por suponer edades de millones de años.
Los orígenes del movimiento se han rastreado en los Estados Unidos allá por el año de 1860. Un año antes, la publicación de El Origen de las Especies había dado mucho de qué hablar, aunque la reacción anglicana fue mucho más moderada de lo que se esperaba: Darwin creía que podría ser excomulgado por la iglesia, pero a la larga el asunto se concentró en amplios debates que buscaban establecer si la evolución ocurría o no y si existía la selección natural. No obstante, el evangelismo estadounidense pegó el grito en el cielo ante las ideas del famoso naturalista y buscó borrar todo registro de sus ideas. Este primer movimiento, un creacionismo religioso, tuvo como objetivo evitar la difusión de las ideas evolutivas y distribuir sus contenidos bíblicos en su lugar.
El evento mejor conocido del creacionismo religioso es el juicio de Scopes. John Scopes fue un profesor de educación física en el estado de Tennessee, Estados Unidos. En aquellos tiempos, la Ley Butler prohibía la enseñanza de cualquier teoría que negara la creación bíblica. Amparado en la Unión Estadounidense por las Libertades Civiles, Scopes retó al estado al enseñar la teoría de la evolución darwiniana.
Inmediatamente se disparó un proceso legal en su contra que llamó la atención de medios nacionales e internacionales. Varios científicos declararon a su favor y su defensa estuvo dirigida por Clarence Darrow, abogado liberal y agnóstico. En su contra, el abogado William Jennings Bryan buscó todo el peso de la ley en contra de Scopes. Al final, si bien el caso es visto como un triunfo de la ciencia en contra de la religión por algunos divulgadores científicos, en realidad Scopes perdió el caso pero sólo recibió una ligera multa. Asimismo, Bryan murió al poco tiempo empoderando las visiones creacionistas y siendo considerado como un héroe nacional.
Creacionismo científico y diseño inteligente
Durante las cuatro décadas siguientes, el movimiento creacionista mantuvo una influencia muy fuerte en los Estados Unidos, llevando incluso a que muchas editoriales evitaran publicar cualquier contenido que citara la teoría de la evolución darwiniana. A principios de la década de los 60, John C. Withcomb y Henry M. Morris, activistas, teólogos e ingenieros de formación, diseñaron una serie de actividades para intentar dotar o, al menos, disfrazar al creacionismo y legitimarlo como una teoría científica. Desde un punto de vista geofísico, buscaron demostrar el relato del diluvio universal escribiendo libros sobre el tema.
Por otra parte, consiguieron fundar organizaciones e institutos con miembros egresados de carreras científicas: Por ejemplo, el Instituto para la Investigación Creacionista estuvo constituido en buena medida por profesionales con posgrados en áreas como la Biología, la Química y la Astronomía, entre otras disciplinas. Asimismo, el instituto facilitó la organización de cursos de verano y talleres, así como la redacción de folletos y grabación de cassettes.
También hay que señalar que se ofreció asistencia legal a toda aquella persona que buscara convencer a legislaciones locales de la necesidad de enseñar el creacionismo en las escuelas. A finales de la década de los 60, los juicios educativos se acrecentaron debido a los intentos para que el tema fuera incluido a la par de la evolución darwiniana como una teoría equivalente en la educación básica estadounidense. Si bien en muchos casos los jueces desestimaron los intentos creacionistas, en muchos otros se legisló para que se hablara del Génesis bíblico en las clases de ciencias naturales.
En la década de los 80, una nueva variación del movimiento buscó alejarse del discurso religioso que mantenía el creacionismo científico y maquillarse para ser presentado como una teoría científica que había superado a la teoría de la evolución: el diseño inteligente. Con un lenguaje más centrado en la bioquímica y la biología molecular, el nuevo movimiento marcó su distancia con el anterior y buscó enseñar que la complejidad de las moléculas que conforman la vida es tal que sólo pudo haber surgido de la mano de un creado, y se afirmó que el flagelo de las bacterias es de tal complejidad que tiene un origen divino. Esta nueva variante del creacionismo de nueva cuenta disparó numerosos juicios en los Estados Unidos, pero a su vez habla de la amplia influencia y la facilidad del movimiento para infiltrarse en toda clase de sectores sociales e institucionales.
Mientras que los biólogos, los divulgadores de la ciencia y los llamados escépticos han producido mucha literatura alertando de los riesgos seculares del creacionismo, por desgracia sus intentos se han centrado en ridiculizar el tema o buscar la forma de establecer qué diferencia al creacionismo de un campo científico, como lo es la evolución biológica. Mientras tanto, en sus múltiples facetas el movimiento creacionista es mucho más astuto y se encuentra mucho más adelantado: se acerca a poderosos grupos empresariales y políticos, aprovecha toda asociación religiosa para darse a conocer, cuenta con amplias campañas de financiamiento, recibe la defensa de profesores universitarios en áreas científicas, e incluso contrata filósofos para refutar y acallar cualquier crítica. En este panorama, sus críticos deben cambiar de estrategias para hacerle frente, de lo contrario, mientras que se busque caracterizarlo como una pseudociencia, el creacionismo ya dio diez saltos de ventaja en sus habilidades para llegar a más público y seguir siendo impartido en las escuelas de educación básica estadounidense.
Pero sus raíces se han expandido y Estados Unidos ya no es el único país que lo alberga: el creacionismo ha llegado a todo el mundo.
El creacionismo en México
El famoso paleontólogo y divulgador de la ciencia Stephen Jay Gould afirmaba que el creacionismo era una cosa extraña que, afortunadamente, sólo se ubicaba en los Estados Unidos. Por desgracia, numerosos estudios han demostrado que el creacionismo está muy presente en lugares como Guatemala, Perú, Bolivia, Brasil, China, Australia, Corea del Sur, y prácticamente en toda Europa. Mientras que en Arabia Saudita prohíben la caricatura de Pokemon por tener asociada la palabra “evolución”, el diseño inteligente ha llegado a China a partir de numerosas conferencias con invitados creacionistas estadounidenses. Y mientras que en Río de Janeiro se prohíbe la enseñanza de las ideas de Darwin, y en Australia o en el Reino Unido cuentan con organizaciones creacionistas muy influyentes que buscan que el tema se enseñe en las escuelas, ¿qué es lo que sucede en México?
El creacionismo ha logrado llevar a cabo numerosas actividades en este país no sólo de parte de misioneros evangélicos, sino de activistas mexicanos que se han empapado con las ideas creacionistas en sus visitas a los Estados Unidos. Rubén Berra y John Pendleton son dos personajes que justo representan un creacionismo que se ha logrado infiltrar adaptándose al contexto mexicano y burlando el ambiente secular. Ambos son ingenieros químicos y se consideran como creacionistas científicos, mismos que han empleado toda clase de contactos y una serie de habilidades para darle al tema un halo científico.
Durante las décadas de los años 60 y 70, Rubén Berra fue profesor e investigador de la Facultad de Química de la UNAM. En sus estudios de maestría y doctorado en los Estados Unidos, tuvo amplio contacto con el creacionismo científico. En su labor académica, dirigió más de veinte tesis de licenciatura, mientras que dedicaba esfuerzos para crear productos de alto contenido nutrimental a partir del uso de la soya. Con el tiempo, decidió alejarse de la academia para trabajar en la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura). Al mismo tiempo, sus intereses religiosos iban aumentando, y durante la década de los 90, creó el primer Colegio de Investigadores Creacionistas en el estado de Morelos, México, mismo en el que se impartían cursos y talleres. No obstante, pese a su intento por obtener un registro ante la SEP, la secretaría se negó y solicitó que el colegio también impartiera otras materias de ciencias naturales que incluyeran la enseñanza de la evolución biológica.
Las actividades del colegio continuaron, y en 1998 Berra organizó el primer Congreso Nacional Creacionista en la Universidad Autónoma del Estado de Morelos (UAEM). Gracias a los contactos de Berra con el personal administrativo de la universidad, así como la influencia de un ex gobernador del estado, dicho congreso se celebró ofreciendo conferencias, mesas de discusión y talleres no sólo para la comunidad universitaria, sino para el público en general. ¿Cómo es que Berra consiguió los permisos y la sala para su congreso? Definitivamente, el uso de un lenguaje científico y la habilidad para generar contactos le permitieron infiltrarse a través del ambiente secular universitario.
Debido al éxito del primer congreso, en la misma universidad se celebró el Segundo Congreso Nacional Creacionista en agosto del año 2000, en esta ocasión con mayor presupuesto y con una mayor carga de invitados nacionales e internacionales. Desde los temas abordados se exploró el catastrofismo en la historia de la Tierra (una idea que conviene al creacionismo para explicar eventos bíblicos como el diluvio universal); las “fallas” de la evolución; e incluso un tema como el de los OVNIs. Entre los invitados, el creacionista australiano Ken Ham se quejó de una estatua de Quetzalcóatl que se hallaba en el campus al afirmar que una universidad mexicana tenía una imagen del diablo. Por su parte, Tom Henderson, ingeniero aeronáutico de la NASA recién retirado, explicó cómo la inmensidad del espacio demostraba el poder de la teoría creacionista. Mientras tanto, el ingeniero químico John Pendleton, radicado en la ciudad de Zacatecas, México, vistió una bata de laboratorio y explicó el carácter científico del creacionismo.
Durante el evento se editó el primer ejemplar de la revista Creación ex nihilo, la primera revista creacionista mexicana que recogía artículos y actividades para niños. De la misma forma, se editaron numerosos libros y folletos que explicaban la Biblia y el creacionismo. Años después, Rubén Berra fue invitado por Ken Ham para trabajar en Answers in Genesis, una asociación creacionista ubicada en el estado de Kentucky, Estados Unidos, como encargado de las actividades para la población latina, por ello, no se volvió a organizar ningún congreso creacionista en México.
John Pendleton ha continuado viviendo en nuestro país, combinando su labor de youtuber con la de conferencista invitado dentro y fuera de México. Ha sido invitado a numerosas iglesias y colegios cristianos, e incluso logró impartir una conferencia en la Facultad de Ciencias de la UNAM. Pese a las protestas de los académicos especializados en Biología Evolutiva, algunos profesores de asignatura en áreas científicas, como la Física, no sólo han manifestado su amplio interés en el creacionismo, sino que han buscado su difusión. En este sentido, contar con una carrera científica no significa que no se pueda simpatizar con el movimiento.
Para terminar
El creacionismo es una movilización sumamente astuta que se flexibiliza y readapta a los ambientes sociales, políticos y culturales de cada país del mundo. A partir de un discurso científico, logra burlar los ambientes seculares. Aún no se enseña en la educación básica mexicana y ha encontrado fuertes obstáculos para filtrarse en ambientes institucionales, como las escuelas primarias del país. No sólo se contextualiza al ofrecer materiales en español para los lectores mexicanos, sino que incluso aprovecha el crecimiento evangélico en México durante las últimas décadas para encontrar espacios adecuados. Frente a esta situación, harían bien los biólogos, los divulgadores de la ciencia, los escépticos y todo aquel interesado en el tema, en evitar ridiculizarlo y abordarlo como una simple charlatanería llevada a cabo por personajes irracionales, y tomarlo como un movimiento serio y estratégico que amenaza el quehacer científico y la separación Iglesia – Estado, pues las habilidades y estrategias de los activistas creacionistas son mucho más exitosas que las de sus críticos, al grado que cada vez más países a nivel mundial les abren las puertas.
Nota final
El presente texto es un resumen de la tesis doctoral del autor. La misma puede ser consultada en academia.edu bajo el título La evolución en contienda: la derecha cristiana estadounidense y la movilización del creacionismo científico en México (1973-2000). Para aquellos lectores interesados en el creacionismo, dos de las fuentes más completas que desmitifican el tema, eso sí, sólo en inglés, son:
-Larson, Edward J. Summer of Gods: The Scopes trial and America’s continuing debate over science and religion. Hachette UK, 2008.
-Numbers, Ronald L. The Creationists: From scientific creationism to intelligent design. Harvard University Press, 2006.
*Jorge Armando Romo (Estado de México, México, 1983), es biólogo y Dr. en Filosofía de la Ciencia por la UNAM. Aburrido de la academia, se dedica a la docencia y otros proyectos educativos. Adicto a los viajes hasta antes de la pandemia, con frecuencia dedica sus esfuerzos a actividades de comunicación de la ciencia a través de páginas web y alguna que otra invitación en radio. Sus intereses se centran en la Historia de la Ciencia, especialmente el conflicto entre ciencia y religión.
1 Comentario
Muy interesante, es algo con lo que debemos que tener mucho cuidado para evitar que se cuele en las escuelas. Avisen cuando salgan los artículos “académicos”.