Si crees que liberar una cría de tortuga en tus vacaciones es inconsecuente para los organismos, tememos que decirte que no solo les afecta enormemente sino que además tal actividad lleva a toda clase de malas prácticas dentro de los campamentos tortugueros. Por María Fernanda Tovar
El dieciséis de junio fue el día internacional de la tortuga marina, su protección y correcto manejo es un tema importante para México, país que alberga siete de las ocho especies que existen a nivel mundial; todas ellas en peligro de extinción. Los campamentos tortugueros son necesarios, porque hoy en día prevalece a nivel nacional la pesca, captura, consumo, tráfico y venta de tortugas marinas, sus caparazones, carne y huevos. Todas estas actividades ilegales.
No hay duda de que sin los campamentos habría mayor depredación por parte humana –que en otros tiempos llevo al colapso de las poblaciones–, sin embargo, algunas practicas que han cobrado popularidad recientemente, tales como la liberación de crías por parte de turistas y visitantes, se han comercializado al grado de que numerosas personas involucradas en el manejo de las tortugas las llevan a cabo incluso a costa de la vida de los mismos organismos. (ver «Ecoturismo Frívolo con Tortugas Marinas en México: Reflexiones desde la Sustentabilidad», Tiburcio Graciela, Cariño Martha; Fronteiras: Journal of Social, Technological and Environmental Science, 2020)
Empieza la temporada de voluntariados, arribadas, anidación, liberaciones y con ello una serie de malas prácticas, corrupción e impunidad que en algunas ocasiones se dan precisamente dentro los campamentos tortugueros y que afectan a estas especies. Estos últimos dos años yo misma he sido testigo de atrocidades con crías de tortugas en campamentos tortugueros de México.
Todo empezó al entrar como voluntaria en un campamento de Guerrero. Poco a poco sucedían cosas extrañas, los encargados nos pedían guardar tortugas en bandejas o sacarlas antes de tiempo de su nido para “alistarlas para la liberación”. Así, fui pasando de la ilusión a la extrañeza, al diálogo (con otros biólogos y tortugueros más humanos y profesionales que se rigen bajo buenas prácticas) y finalmente a darme cuenta que bastantes cosas estaban mal; pero no sólo eso, sino que los tortugueros me comentaban que en muchos otros campamentos sucedía lo mismo.
En la actualidad es sumamente común que turistas, escuelas, hoteles, restaurantes, agencias y hasta eventos sociales privados les encarguen crías a los campamentos tortugueros para organizar liberaciones. Te dicen cuántas crías necesitan, y entonces los encargados de los campamentos buscan nidos que se miren “casi listos” (in situ o en corrales) y sacan a las crías “con cuidado” para trasladarlas a donde será la liberación. Acción por medio de la cual algunos campamentos recaudan fondos.
Las tortugas eclosionan dependiendo de la temperatura de la arena; diversos estudios muestran que en su mayoría eclosionan entre siete de la noche y diez de la mañana, siendo la noche el momento donde se registra mayor emergencia (eclosiones) ya que así logran protegerse de modo natural de depredadores diurnos (como aves costeñas) y del inclemente Sol. Valdría preguntarse entonces: ¿Cómo hacen para tener listas a las tortuguitas si la mayoría de las liberaciones comerciales se hacen de día o al atardecer?
Aunque no siempre es el caso, muchas de las fotos que pueden encontrarse en internet de gente liberando tortuguitas, se dieron debido a que antes retuvieron a los ejemplares durante horas, a veces hasta días, cautivas. Y algunas de las crías que iban a llegar con energía al mar de noche, terminan llegando agotadas al atardecer. (Efecto de la velocidad de desplazamiento terrestre y acuática en crías de tortuga negra Chelonia Agassizii, Alvarado Aristóteles, Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, 2007)
Después de salir de su nido, las tortugas necesitan ir directamente al mar. Con movimientos desesperados buscan ir hacia él; lo que se conoce como frenesí natatorio. Toda su energía se destina a esta labor, en ese momento su mayor y único instinto. De alcanzar el agua lo antes posible depende, en gran medida, su supervivencia. Si metes a las tortugas dentro de una bandeja continuarán con ese frenesí, gastando su energía para sobrevivir.
Pero, ¿qué hacen estas personas una vez que las meten en bandejas para evitar el frenesí? Les echan arena húmeda encima para simular el nido y les cubren la luz (lo cual calma a los animales diurnos) y afirman los encargados de algunos campamentos que “las tortuguitas ya están durmiendo”. Aunque todo biólogo, naturalista y tortuguero está al tanto de que el mejor momento para liberarlas, digamos el momento en el que su probabilidad de supervivencia será mayor, es justamente después de nacer, sin olvidar que retener a las crías constituye un acto ilegal.
La retención de tortugas tiene consecuencias irreparables para las especímenes, en algunos estudios que se han realizado en nuestro país se han medido los efectos negativos de retener a las crías y los resultados apuntan a problemas en su desarrollo, reducción significante de su masa corporal, cambios neuronales y de comportamiento por estrés (ver: «Efectos de la exposición crónica al estrés asociados a la incubación de huevos en nidos hechos por el hombre y a la retención de neonatos de tortuga golfina Lepidochelys olivácea», Herrera Ma. Antonia, Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, 2018).
En aquel campamento de la costa guerrerense en el que trabajé vi cómo metían en bandejas a más de treinta crías de tortuga Laúd (especie en peligro crítico de extinción) y posteriormente las dejaron cautivas toda la noche para tomarles fotos al amanecer y así: recaudar fondos. Por otro lado, una vez sacaron del nido a las crías tan antes de tiempo que varias quedaron tiradas en la arena con su vitelo de fuera (el cordón lleno de nutrientes que las une al huevo). Estaban tan prematuras que no podían balancearse para flotar y sobrevivir. La naturaleza tiene su propio ritmo, y muchas veces –si no es que prácticamente siempre– este no se coordina con los horarios, planes o días de liberación de los humanos.
Se supone que cada campamento tiene la obligación de llevar bitácoras y registro de datos sobre sus especies y actividades. No obstante, dichas estadísticas llegan a modificarse a su conveniencia y muchas muertes de neonatos no son reportadas (sería importante recalcar que en numerosas ocasiones estas suceden por malas prácticas), por lo que cambian datos cruciales para la investigación.
Después de Guerrero fui a Yucatán y en apenas seis meses de voluntaria presencié cómo en distintos campamentos las crías de tortugas continuamente morían y los encargados y trabajadores ocultaban sus cuerpos sin reportarlos. Al llegar a uno de tales campamentos en la costa de la península, me tocó ver cómo mantuvieron cautivas por varios días a más de cuarenta crías de tortugas Carey (al igual que la laúd, en riesgo crítico de extinción) para pedir fondos al exdirector de una organización ambiental de reconocimiento mundial, ofreciéndole un show VIP vivencial con patrullaje y liberación de tortugas marinas.
¿Cuál fue el resultado? Más de trece crías de carey muertas que fueron apareciendo a lo largo de varios días secas dentro del campamento y en los alrededores. Los vecinos vieron a la encargada llevarse el dedo a la boca en señal de silencio y ocultar el cuerpo de una cría bajo un árbol. Una pesadilla; y los niños de la localidad preguntaban inocentemente: “¿Va a crecer un árbol de tortuguitas?”. Cinco días más tarde seguían apareciendo cuerpecitos secos de Carey.
El problema no son los campamentos tortugueros, para nada, sino todas sus malas prácticas y el silencio alrededor de éstas. De hecho, es muy importante reconocer que la labor que tienen los tortugueros no sólo es dura, sino titánica; se ven continuamente amenazados por traficantes, saqueadores, hueveros y comerciantes ilegales, al grado de atentar contra su propia vida. Como los ataques e incendios que se han dado en campamentos de Oaxaca y Guerrero.
Se había propuesto en la agenda ambiental de estos años, por parte de campamentos tortugueros de Guerrero, que volviera la policía tortuguera, hoy en día desaparecida y que anteriormente eran quienes se encargaban de velar por la vigilancia a los campamentos, sin embargo, no ha habido acciones concretas por parte de las autoridades.
La situación social de México, con su tremenda desigualdad y falta de oportunidades, desde luego afecta a los empleados de la mayoría de campamentos, quienes tienen salarios bajos, si es que siquiera perciben un sueldo. Tanto trabajadores como voluntarios son fácilmente manipulables a partir de la recompensa o del reconocimiento, donde se constata que aguantan, toleran y ocultan las malas prácticas internas por recibir un aplauso, un regalo, un mejor salario, un llavero, un puesto más alto, una playera que diga “yo liberé una tortuga marina” (y mejor si viene escrito en maya). En cualquier caso, todo a costa de las tortugas.
Los pocos apoyos a los Campamentos tortugueros, la reducción de presupuesto, falta de personal capacitado, ingresos, poca ética, la indiferencia, nula seguridad y protección, los muchos intereses personales económicos y pocos intereses ambientales no ayudan en nada a esta situación que ya de por sí es crítica. A lo cual habría que sumar que las autoridades correspondientes no hacen más que multar, cuando no extorsionar, tanto a campamentos y lugareños como a traficantes, pero no se busca incidir en una solución real y duradera.
Entendemos que, ante todo esto, algunos tortugueros dicen verse obligados a recaudar fondos a través de las liberaciones mencionadas, y quizás sea cierto que en algunos contextos no les quede mucho más que recurrir a eso. Lo cual remite a cuestionarse de quién es realmente la responsabilidad. En un país que debe proteger a sus especies, tanto a nivel federal como local, ¿de verdad lo estamos haciendo?
Necesitamos terminar con cualquier mala práctica que amenace la vida de las especies, sobre todo en el caso de aquellas en peligro de extinción. Ninguna regla interna está por encima de la Norma Oficial Mexicana NOM-162-SEMARNAT-2012 que da protección a las tortugas marinas. El consumo, venta, captura de tortugas y sus productos es un delito. Si eres voluntario o trabajador y por órdenes de tu superior te piden hacer o callar algo que contribuye a malas prácticas, no lo hagas. Infórmate, toma evidencias, denuncia y difunde. A la larga las tortugas te lo agradecerán.
Bibliografía:
1 Comentario
En Oaxaca, especificame en lagunas de chacahua hay un campamento Tortuguero, donde yo fui voluntaria y puedo asegurar que hay quienes lo hacen por amor al arte, con horas de desvelo, amenzas por parte de traficantes y saqueadores, sin ganar un peso y con todo en su contra siguen luchando por preservar esta especie, el campamento se mantiene a base de donaciones pero eso no significa que sacrifican a las crías por unos pesos, solo hay liberaciones en la madrugada (antes que salga el sol) y en la noche (cuando se empieza a ocultar el sol y las aves empiezan a alejarse del mar).
Es muy triste la falta de ética y la poca o nula atención que reciben estas situaciones por parte del gobierno.