Me considero absolutamente guadalupana, mas no soy devota de la virgen, sino de la Isla Guadalupe.
La Guadalupe que tiene un lugar especial en mi corazón es una isla oceánica localizada en el Pacífico mexicano a 241 km de la costa de Ensenada, frente a Baja California Norte. Tiene una longitud de 35 km y un ancho máximo de 12 km, dando una superficie total de 250 km2. Es la más extensa posesión insular de México. Su origen es volcánico y tiene un clima templado moderado. Su historia es increíble y trágica a la vez.
Conocida como “la Galápagos del hemisferio norte,” esta magnífica isla es uno de los lugares con mayor diversidad florística y faunística de nuestro país y del planeta. El primer naturalista que la visitó fue Edward Palmer en 1875, quién después de 3 meses de trabajo la consideró un paraíso biológico. De 27 plantas y ocho aves que colectó, la mayoría resultaron endémicas, nunca vistas anteriormente. Desgraciadamente el Homo sapiens, que yo insisto que de sapiens tiene muy poco, se ha encargado de su destrucción.
Todo comenzó con la llegada de los sapiens rusos, seguidos de sapiens de otras nacionalidades, quienes arribaron a este maravilloso paraíso a bordo de barcos balleneros y peleteros a finales de 1700. Por supuesto que atacando con saña a los recursos únicos y maravillosos que son los cetáceos. Estos sapiens, que mataban a nuestras ballenas, se toparon con la Isla Guadalupe y encontraron botines más fáciles de depredar: el elefante marino Mirounga angustirostris y el lobo fino, Arctocephalus townsendii.
Este último posee una piel maravillosa, por lo que fue cazado hasta casi lograr su extinción, principalmente por cortesía de los peleteros rusos. Los sapiens rusos, no contentos con todo esto, decidieron que necesitaban carne fresca para cuando regresaran a más cacerías. Se les ocurrió entonces la brillante idea de introducir cabras a la isla. ¿Por qué no? ¿Qué daño podrían causar unas cuantas cabras? Los problemas iniciaron a la brevedad. Las cabras, como buenos rumiantes, son comedores compulsivos de vegetación y su población se reprodujo y creció sin control. Como era de esperarse, empezaron a nutrirse de la flora endémica. Entrándole con gusto no sólo a las plantas sino también a las semillas, sobre todo a las de una especie de pino única en el mundo, que prácticamente se considera extinta, ya que los pocos ejemplares que restan no pueden reproducirse. Y así la tragedia ecológica comenzó, y durante casi doscientos años desde 1700 solo empeoró.
Actualmente, de las 34 especies endémicas de la flora nativa al menos cinco se consideran extintas. Este también es el caso de muchas aves endémicas de la isla. El caracara de Guadalupe fue víctima de la cacería por parte de los pescadores. El petrel de Guadalupe, primer petrel endémico de una sola isla descubierto en el mundo, fue víctima de la depredación de los gatos y no se le ha vuelto a observar desde 1912. De acuerdo con algunos autores, el chivirín cola oscura de Guadalupe, el toquí pinto de Guadalupe y el pájaro carpintero, se consideran extintos. Así también, la nutria marina Enhydra lutris, la cual existía en gran abundancia no habita más en la isla.
Más adelante, ya no se sabe bien la nacionalidad de los otros sapiens, se introdujeron gatos domésticos. Los felinos nuevos evidentemente se sintieron inclinados a devorarse a las aves y a sus huevos; desafortunadamente no se alimentan tanto de los ratones, que por un accidente fueron introducidos a la isla y ahora son millones. Después los pescadores sapiens mexicanos, que pasan largas temporadas pescando langosta y abulón, trajeron a la isla unos perritos que oscilan entre french poodle y maltés, nunca los pude identificar muy bien.
Estos cánidos ahora son una población feral, ladran en la noche y aparentemente cazan en manada. Queremos pensar que cazan cabritas rusas o españolas, aunque seguramente le entran a varios animales más. No creo precisamente que a los gatos (para nuestra desgracia), más bien supongo que comparten con ellos el gusto por las aves.
Dado ya el preámbulo de la historia de la Isla, entraremos en la parte que yo conocí mejor, que es la de los pinnípedos. Los pinnípedos son mamíferos marinos carnívoros con un tipo de vida anfibia, es decir que habitan tanto el medio acuático como el terrestre. Son excelentes nadadores, pasan mucho tiempo dentro del agua pescando e interactuando entre sí. En tierra se aparean, descansan y cuidan a sus crías, pero por lo general son mucho más torpes en este medio que dentro del líquido. En México tenemos focas (Fócidos) y lobos marinos (Otáridos). A ambos grupos se les llama pinnípedos refiriéndose a sus pies palmeados que funcionan como aletas.
En la Isla Guadalupe se encuentran tres especies de pinnípedos: los lobos marinos de California Zalophus californianus californianus, el elefante marino Mirounga angustirostris y el lobo fino Arctocephalus townsendii.
El lobo fino de Guadalupe fue realmente redescubierto en 1928, gracias a dos avistamientos en la isla. Afortunadamente, porque ya había sido declarado extinto. Se estima que entre 1806 y 1890 se sacrificaron alrededor de 52,000 lobos finos en todas las Islas de Baja California, en donde se distribuía antiguamente esta especie. Arctocephalus townsendii y el Zalophus californianus, son las únicas dos especies que viven en islas mexicanas. De hecho, existen áreas en la isla Guadalupe en donde las rocas son lisas y suponen que esto es una evidencia de la cantidad de lobos finos que antes había. Esta especie está actualmente confinada a una parte rocosa de la geografía isleña en donde ha podido sobrevivir.
Como resultado de las medidas de protección y otros factores, la población de lobo fino en Isla Guadalupe se ha ido incrementando de 3, 259 en 1987 a 7, 408 en 1993 y 11, 500 en 2008.
Es una especie no migratoria, la cual ha logrado recuperarse ya que la isla tiene muy poca accesibilidad debida a su lejanía con el continente, su dificultad para desembarcar y su estatus de área protegida.
Por último y para cerrar esta primera parte quisiera exteriorizar , mis mejores deseos conservacionistas para esta especie emblemática que ha sobrevivido milagrosamente a todos los sapiens que han transitado por la Isla. En la mira se avecina un nuevo reto, el lobo fino de Guadalupe aún tendrá que sobrevivir a los sapiens cineastas y de la televisión, que están rondando por ahí, so pretexto de filmar a nuestro tiburón blanco.
¡Que Darwin los bendiga!
NOTA FINAL: Es importante aclarar que no tengo especial aversión contra los sapiens rusos, sino contra todos los sapiens que habitamos el planeta sin importar su nacionalidad.
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