La fiebre aftosa es una de esas historias que quedaron grabadas en la memoria de México. Todo comenzó en 1946, cuando llegaron desde Brasil algunos ejemplares de ganado cebú, esos toros y vacas de joroba imponente que parecían traídos de otro mundo. Nadie imaginaba que, junto con ellos, también arribaría una amenaza invisible. Por Fernanda Guerrero[*]
Poco tiempo después, algunos de esos animales comenzaron a mostrar ampollas extrañas en la lengua, los labios, la boca, las ubres y las pezuñas. Los ganaderos se alarmaron: el ganado estaba enfermo. Aún no sabían que se enfrentaban a la fiebre aftosa, una enfermedad viral, feroz y altamente contagiosa que afecta a bovinos, porcinos, caprinos y prácticamente a todos los animales de pezuña partida.

Credito: PIADC

Credito: Dr. Gregg, PIADC

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Cuando las autoridades se dieron cuenta de la magnitud del problema, ya era demasiado tarde. Estados Unidos había cerrado sus fronteras a la importación de ganado mexicano, y en el país se había decretado la cuarentena: una emergencia nacional sin precedentes. El miedo comenzó a propagarse tan rápido como la enfermedad misma.
La fiebre aftosa no perdona. Inicia con fiebre y continúa con la formación de ampollas. Es tan contagiosa que casi todos los animales expuestos al virus terminan infectados. Los más vulnerables son los animales jóvenes y los que viven en sistemas de cría intensiva, donde el contacto estrecho facilita la transmisión.
Aunque rara vez resulta mortal para los adultos, los animales jóvenes no siempre corren la misma suerte. Muchos mueren a causa de una miocarditis —una inflamación del músculo cardíaco— o simplemente por no poder alimentarse cuando sus madres también están enfermas.
El virus era traicionero: se ocultaba en lugares insospechados, presente incluso en el semen y en la leche hasta cuatro días antes de que los animales mostraran los primeros signos clínicos. Parecía como si la fiebre aftosa supiera esconderse, esperando el momento justo para revelarse. Lo más inquietante era que, aun cuando algunos animales lograban sobrevivir, muchos se convertían en portadores silenciosos, capaces de seguir propagando el virus.
Y mientras tanto, México sufría. De un día para otro, el campo se llenó de silencio y desesperación. En cuestión de semanas, gran parte del ganado estaba infectado. Las familias que durante generaciones habían vivido del trabajo con los animales veían cómo su sustento se desmoronaba frente a sus ojos.
Ante la magnitud del brote, el gobierno mexicano creó una comisión especial que, con el apoyo de Estados Unidos, buscaba erradicar la enfermedad. Años más tarde, esa comisión adoptaría el nombre de Comisión México–Estados Unidos para la Prevención de la Fiebre Aftosa y otras Enfermedades Exóticas de los Animales (CPA), de la cual yo mismo formaría parte en otra época, cuando ya todo era recuerdo y aprendizaje.
En aquel entonces, la medida fue drástica: sacrificar más de dos mil cabezas de ganado bovino y porcino cada día. A esa operación se le conoció como el Rifle Sanitario. Este método no era nuevo; ya se había aplicado en Estados Unidos en 1922, cuando ellos enfrentaron una grave epidemia de fiebre aftosa. Allá, la estrategia funcionó: lograron controlar la enfermedad y recuperar sus campos. Pero en México la historia fue distinta. El sacrificio fue enorme… y la enfermedad siguió dejando su huella.

Durante la contingencia, México atravesó una etapa de gran tensión social y económica. Las medidas sanitarias implementadas, que incluían el sacrificio masivo del ganado infectado o sospechoso, generaron profundo descontento entre los productores rurales. Muchos campesinos se oponían a la destrucción total de sus animales a cambio de recibir mulas o tractores como compensación, pues consideraban injusta la pérdida de su principal fuente de sustento.

Además, la participación de Estados Unidos en las labores de control y erradicación despertó un sentimiento de inconformidad nacional, percibido como una intromisión en los asuntos internos del país. Estas tensiones derivaron en levantamientos y conflictos en distintas regiones.
Tras meses de incertidumbre, las autoridades sanitarias determinaron que la vacunación era una medida eficaz y suficiente para contener la propagación del virus. En 1948 se tomó la decisión de implementarla. Para 1950 ya se habían aplicado más de sesenta millones de dosis, y los resultados no tardaron en notarse: los brotes comenzaron a disminuir drásticamente. Cinco años después, en 1955, México logró lo que parecía imposible: la fiebre aftosa había sido erradicada.
Durante ese periodo de crisis, mientras la población enfrentaba la angustia y el gobierno desplegaba esfuerzos extremos para eliminar el virus, la situación llegó a tal magnitud que incluso inspiró una canción popular. En ella se retrataron las emociones, temores y vivencias de una sociedad marcada por la contingencia sanitaria:
Señores voy a cantarles
Lo que en mi tierra ha pasado
Que con la terrible autosa
Han matado a mi ganado
Quince animales tenía
En el rancho de mis padres
Que por no desinfectarlos
Me echaron los federales
Agarraron mi ganado
Lo llevaron a la fosa
Alli me lo balaciaron
Por tener la fiebre autosa
Cuando recibí el dinero
Me paso a mi lo que a Judas
Que por agarrar gordito
Se me volvieron basuras descante
Ay que dolor
Que gobierno tan ingrato
Así arrancar la riqueza
Por otro ganado flaco
Hubiera visto señores
Cuantas mujeres lloraban
De ver esa matazón
Al santo Dios imploraban
Mis vacas que leche daban
Me las mató ya el gobierno
Para cumplir su promesa
De dejar limpio este suelo
De mi rancho que ayer fue
Alegre con animales
Hoy es un triste potrero
Quedan nomas los corrales
Ya con esta me despido
Mi corazón ya se forza
Es que no puedo aguantar
La terrible fiebre autosa
-Arreglo del trío taximaroa
Así, México quedó marcado por una de las enfermedades consideradas exóticas. Se denomina enfermedad exótica a aquella que no existe de manera endémica en un país, pero que puede ser introducida a través de distintas vías, como el comercio internacional de animales y productos pecuarios, la migración de especies silvestres o incluso por fenómenos naturales que facilitan su dispersión.
La fiebre aftosa es causada por un Aphtovirus perteneciente a la familia Picornaviridae. Se han identificado siete serotipos: A, O, C, SAT1, SAT2, SAT3 y Asia 1, cada uno con su respectiva vacuna específica. La transmisión puede ser directa, mediante el contacto entre animales infectados y susceptibles, o indirecta, a través de objetos contaminados, vehículos, personas o productos de origen animal.
Aunque no se considera una zoonosis —pues rara vez afecta a los seres humanos—, se han documentado casos aislados que no han presentado cuadros clínicos graves.
México logró erradicar la fiebre aftosa gracias a las campañas sanitarias y al esfuerzo conjunto de las autoridades, los ganaderos y la sociedad. Además, como país miembro de la Organización Mundial de Sanidad Animal (OMSA), México participa activamente en las iniciativas internacionales orientadas a fortalecer la sanidad y el bienestar animal en todo el mundo. No obstante, en varios países la enfermedad sigue presente, lo que representa un riesgo constante para las regiones libres del virus.

Por ello, la CPA mantiene una vigilancia epidemiológica permanente ante cualquier signo o síntoma que pudiera asemejarse a la fiebre aftosa. Esta labor preventiva permite actuar de manera oportuna frente a posibles brotes y conservar el estatus sanitario de México como país libre de fiebre aftosa.
Bibliografia:
- Meyer, J. (n.d.). La fiebre aftosa y la Union Nacional Sinarquista. JeanMeyer.pdf
- Rovid Spickler, A. (s. f.). Foot and Mouth Disease (Fiebre aftosa). Center for Food Security and Public Health, Iowa State University. Recuperado de https://www.cfsph.iastate.edu/Factsheets/es/foot_and_mouth_disease-es.pdf
- Servicio Nacional de Sanidad, Inocuidad y Calidad Agroalimentaria (SENASICA). (s. f.). “[Fiebre aftosa]” [StoryMap]. Recuperado de https://dj.senasica.gob.mx/portal/apps/storymaps/stories/212194e882da47ecbb19eaf1e40dce7f
- Servicio Nacional de Sanidad, Inocuidad y Calidad Agroalimentaria. (2016, 13 de abril). La fiebre aftosa: El primer gran reto sanitario en México. Recuperado de https://www.gob.mx/senasica/articulos/la-fiebre-aftosa-el-primer-gran-reto-sanitario-en-mexico
[*] Fernanda Guerrero, Bióloga especializada en enfermedades exóticas, con experiencia en cultivo celular, inmunología y secuenciación genómica aplicados al diagnóstico. Comprometida con la investigación y la protección de una salud.




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