Si has tenido la oportunidad de deambular entre los senderos de un bosque bien conservado seguramente habrás notado la enorme diversidad de formas de vida que ahí merodean, levantándose desde los brotes que recién germinan hasta decenas de metros de altura en el techo del dosel forestal. Pero debajo de tus pies, en ese nivel al que generalmente no le prestas atención, también suceden cosas extraordinarias. Por Fany Mata González*
Y es ahí, entre la hojarasca, que transcurre la existencia de una de las criaturas más tiernas, enojonas y voraces del reino animal. Depredadoras tan temibles como pequeñas y peludas, carnívoras sin excepción, con una de las mordidas más poderosas entre los vertebrados: las musarañas.
Estos mamíferos se alimentan principalmente de insectos, arácnidos, anélidos y moluscos, pero no pierden la oportunidad de atacar a una lagartija, ratón o incluso otra musaraña que se atraviese en su camino. Por su metabolismo acelerado, necesitan comer constantemente y por eso están activas durante casi todo el día buscando alimento.
Son animales difíciles de ver en vida libre, por lo que son relativamente poco conocidos. No obstante, para eso estamos aquí los musarañólogos, quienes dedicamos nuestras investigaciones a su historia de vida. Si quieres saber quiénes son estos organismos propios de nuestra devoción y comprender por qué nos apasionan, te compartimos algunos rasgos fascinantes. Ten cuidado porque corres el riego de terminar embelesado y quizás querer cambiar de oficio.
Musarañas en la palma de tu mano
Las musarañas son los mamíferos MÁS PEQUEÑOS DEL MUNDO. La especie de menor talla, la musaraña Etrusca, que se distribuye en el Mediterráneo, pesa apenas entre 1.5 y 2.5 gramos y su cuerpo mide en promedio cuatro centímetros (más la cola, que suma otros tres). Digamos que es más o menos del tamaño de un pulgar humano y tan solo un pelín más grande que el murciélago abejorro, con quien comparte el podio de los mamíferos más diminutos.
En el otro extremo de la escala, la musaraña más grande del mundo, también de Asia, mide alrededor de quince centímetros y pesa casi cien gramos.
¿Dónde viven?
Las musarañas prefieren los bosques de montaña. En general son buenas excavadoras que construyen sus madrigueras bajo la hojarasca, e incluso hay algunas con brazos muy fuertes que pueden excavar algunos centímetros debajo del suelo, así aseguran espacios que conservan una buena temperatura durante todo el día y en donde pueden almacenar su alimento.
¡En México hay, y muchas!
En nuestro país hay más de 46 especies, repartidas en los géneros Cryptotis, Megasorex, Notiosorex y Sorex. Están ampliamente distribuidos en zonas montañosas a lo largo de todo el país, aunque también hay unas cuantas especies que viven en zonas desérticas, lo cual las hace únicas dentro del grupo.
La mayor diversidad de especies se concentra en zonas montañosas como la Faja Volcánica Transmexicana, la Sierra Madre del Sur y los Altos de Chiapas. Además de ser muy diversas, su importancia recae en los servicios ambientales que proporcionan. Al ser depredadoras muy activas funcionan como controladores de plagas forestales potenciales y al construir sus madrigueras también hacen pequeños túneles que ayudan a oxigenar el suelo, lo cual es un paso muy importante en el proceso de descomposición de la materia orgánica. También, son presas de otros depredadores como las aves rapaces, por lo que, en resumen, son un componente importante de las redes tróficas de los bosques.
Pequeños buzos
De entre las casi 500 especies de musarañas en el mundo, se conocen tres de hábitos semiacuáticos, las más grandes son Sorex palustris, que vive en el norte de América y Nectogale elegans del sureste asiático. Estas especies llegan a medir hasta 14 cm de largo. La más pequeña es la especie euroasiática, Neomys fodiens, que mide hasta 9 cm.
A pesar de su “gran tamaño” las musarañas acuáticas ostentan el título de ser los mamíferos buceadores más pequeños del mundo. Viven en hábitats húmedos, como las orillas de lagos y pantanos y, aunque pasan la mayor parte de su vida en la tierra, tienen que sumergirse para conseguir comida cada dos o tres horas. Cazan insectos acuáticos, moluscos y peces pequeños de una forma muy peculiar: además de detectar a sus presas mediante la captación de vibraciones en el agua, tienen la capacidad de formar una burbuja de aire alrededor de su nariz, que le sirve para captar los olores de las presas potenciales que se encuentren cerca y así saber hacia dónde dirigirse para atraparlas.
En cada inmersión pueden permanecer bajo el agua durante 45 segundos y también son capaces de deslizarse por la superficie del agua apoyadas en burbujas de aire atrapadas en las patas y los bordes de los dedos.
Fenómeno de caravana o “la conga” silvestre
Se ha documentado que cuando un nido/madriguera de musaraña es perturbado, la madre decide trasladar a sus crías a un lugar seguro y para lograrlo llevan a cabo uno de los comportamientos más llamativos y divertidos que se han visto en la naturaleza. Cada una de las crías sujeta con el hocico la cola de la compañera que tiene delante formando una larga caravana liderada por la madre. Puede ser que esta formación anime a las crías a explorar su entorno, las ayude a que no se desorienten y también las proteja de ciertos depredadores, al tomar la apariencia de una serpiente.
No sabemos si esto ocurre en especies mexicanas, porque los reportes de avistamiento de musarañas con crías son escasos, y si un nido no es perturbado las musarañas no salen de ahí hasta que son adultos jóvenes, lo cual sucede en tan solo unas semanas. Si quieres verlas en acción, al final del articulo encontraras los links a algunos videos.
¿Es cierto que son venenosas?
Al menos existen cinco especies venenosas de estos organismos, pero ninguna vive en México. La musaraña norteña de cola corta que vive en el centro y este de Norteamérica y la musaraña de agua que vive entre Italia y España son dos buenos ejemplos de esta característica.
El veneno de estas criaturitas no es conducido a la herida a través de los dientes, como lo hacen, por ejemplo, las víboras de cascabel, sino que es liberado de unas glándulas ubicadas en el dentario y se difunde por los surcos de los dientes hasta la presa. Contiene varios compuestos proteicos muy potentes, que ensanchan los vasos sanguíneos y reducen la presión arterial, lo cual provoca la parálisis y en ocasiones la muerte de sus presas en tan solo unos minutos. Su mordedura puede ser dolorosa para los humanos, pero no mortal.
Dato curioso: Hace unos años se descubrió que una de las proteínas presentes en este veneno es muy similar a una proteína de la saliva de los lagartos escorpión o lagarto de chaquira, Heloderma horridum. Esta similitud es interesante porque evolutivamente estos dos animales son muy lejanos.
Son como ratones, ¿no?
Aunque a simple vista pueden confundirse con ratones, las musarañas no son roedores. Pertenecen al orden taxonómico Eulipotyphla que también incluye a los topos y a los erizos, sí, esos curiosos mamíferos cuyos pelos parecen espinas. Pero ¿cómo diferenciar a musarañas de ratones?, aquí algunas claves:
Las musarañas son muy pequeñitas, la mayoría de ellas cabrían en la palma de la mano, su pelaje es denso, sus patas son cortas, tienen el rostro alargado y su nariz es puntiaguda. Sus orejas son muy pequeñas, en algunos casos imperceptibles, tienen ojos diminutos y poco funcionales, por eso en algunos lugares las llaman ratones ciegos o topitos. Por ser casi ciegas, dependen sobre todo de los sentidos del olfato y el tacto que están muy desarrollados.
Otra característica clave para diferenciar a musarañas de ratones son los dientes. A diferencia de los roedores que tienen ese espacio grande entre los incisivos y los molares llamado diastema, las musarañas tienen una serie de pequeños y filosos dientes llamados unicúspides o antemolares, porque a simple vista parece que tienen una sola cúspide o piquito.
Habrás notado ese extraño color rojo en el esmalte de sus dientes. Tal coloración se debe a la acumulación de hierro y se cree que su función es tornar el esmalte dental más resistente al desgaste. Las zonas de los dientes molares que se encargan de triturar tienen más hierro, esto sugiere que los dientes o partes de ellos sometidos a mayores tensiones, propensos a fracturas y al desgaste excesivo tendrán una coloración más intensa debida a una mayor cantidad de este metal.
Y hablando de los dientes, las musarañas son de los pocos, muy pocos animales que son monofiodontos, es decir, que nacen con sus dientes permanentes. La mayoría de los mamíferos, incluyendo a los humanos, somos difiodontos; o sea que nacemos con un conjunto de dientes deciduos o “dientes de leche” que en algún momento del desarrollo temprano son remplazados por los dientes permanentes.
Una historia de redescubrimiento
A pesar de su gran diversidad, su amplia distribución en nuestro país y de que aparentemente se sabe mucho sobre ellas, la realidad es que las musarañas han sido un grupo poco estudiado debido, principalmente, a que son difíciles de observar en ambientes naturales y de colectar con los métodos tradicionales. Para encontrarlas, hay que invertir un esfuerzo notable en el campo e ir a lugares remotos. Es por esto que muchas especies cuentan con muy pocos datos sobre su distribución y sus características morfológicas.
Dicha escasez de ejemplares de museo e información sobre su historia natural, han complicado el avance en su conocimiento y conservación, al grado de ignorar cuál es el estado de conservación de muchas de ellas.
Ante esta situación, a comienzos del siglo XXI, académicos y estudiantes de la Colección Nacional de Mamíferos (CNMA), del Instituto de Biología de la UNAM, decidieron empezar el estudio formal de las musarañas en México. El inicio tuvo que ser en el campo, para ir en busca de ellas y crear una colección de referencia de las especies que habitan en nuestro país, que permitiera conocer sus características morfológicas, genéticas y ecológicas.
En aquel entonces había una especie de la cual no se conocía prácticamente nada y que llevaba más de 100 años sin ser vista: la musaraña de Los Tuxtlas o musaraña de Nelson, Cryptotis nelsoni (Merriam 1895). Lo único que se sabía es que había sido colectada en 1894 y que al parecer solo habitaba en los bosques del Volcán San Martín Tuxtla, cerca de la costa de Veracruz.
Era noviembre de 2003 cuando inició la aventura de sacar de las tinieblas a este pequeño mamífero, con una pregunta muy simple: ¿aún existe esta especie? La respuesta corta es: sí, aún existe en los bosques de aquel volcán. Hoy, 20 años después, tras muchas aventuras en el campo y después de visitar los museos que albergan colecciones científicas, Cryptotis nelsoni es una de las musarañas mejor conocidas en todo el Neotrópico.
Como esta, hay muchas otras historias; poco a poco hemos llegado a conocer mejor a las especies de musarañas con las que co-existimos en nuestro país. La gran mayoría de las especies “huyen” de sitios muy alterados por la actividad humana y prefieren mantenerse en zonas con humedad alta y una temperatura media-baja, estos lugares son los bosques de niebla, de pino y de encino.
Reflexión final:
En dos décadas se ha avanzado mucho en el estudio de las musarañas mexicanas, aunque también es claro que todavía falta mucho por descubrir. Aún existen pocos, muy pocos estudiantes interesados en el estudio de este grupo de mamíferos, lo que se refleja en pocas tesis y publicaciones científicas. En los Congresos que organiza la Asociación Mexicana de Mastozoología A. C., el grupo líder en la investigación de mamíferos en México, aún son casi nulas las presentaciones que abarcan algún aspecto de las musarañas.
En pocas palabras, aún no hay un club de “musarañólogos” en México. Se pueden contar con los dedos de una o máximo dos manos a las y los investigadores y estudiantes que dedican su vida a estudiarlas en el país. Pero más allá de la investigación, es sumamente importante continuar y fortalecer las actividades de divulgación científica, para lograr que más personas conozcan a estos pequeños mamíferos, formando un lazo con ellas y asumiendo nuestro compromiso como sociedad para preservar a nuestras especies y ecosistemas.
Si quieres conocer más datos curiosos sobre estas maravillosas depredadoras en miniatura, no te pierdas el episodio dedicado a las musarañas en Masaje Cerebral. Y, si tus intereses van más allá, puedes contactarnos a través de la Sociedad de Científicos Anónimos en Facebook y Twitter y a través de la cuenta Soricipedia en Instagram.
Musarañas semiacuáticas
Caravanas
Literatura consultada
Burgin, C. J., Colella, J. P., Kahn, P. L., & Upham, N. S. (2018). How many species of mammals are there? Journal of Mammalogy, 99(1), 1–14. https://doi.org/10.1093/JMAMMAL/GYX147
Guevara, L., & Cervantes, F. A. (2022). Taxonomy and conservation of the critically endangered shrew Cryptotis nelsoni (Eulipotyphla: Soricidae), endemic to Los Tuxtlas, Veracruz, México. Journal of Mammalogy, 103(5), 1237–1251. https://doi.org/10.1093/JMAMMAL/GYAC045
Species – Water Shrew. The Mammal Society. https://www.mammal.org.uk/species-hub/full-species-hub/discover-mammals/species-water-shrew/
Venomous shrews and lizards evolved toxic proteins in the same way. From https://www.nationalgeographic.com/science/article/venomous-shrews-and-lizards-evolved-toxic-proteins-in-the-same-way
Woodman, N. (2018). American Recent Eulipotyphla: Nesophontids, Solenodons, Moles, and Shrews in the New World. Smithsonian Contributions to Zoology, 650. https://doi.org/10.5479/si.1943-6696.650
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