En los albores de las civilizaciones
perdidas
se sabe que
los ojos son la ventana del alma.
De todas esas formas te lo dije:
Los tres mil seiscientos segundos de tu mirada
Que solo los pájaros conocen.
Regálame un verso de madrugada
y tendrás un poema antes del alba.
Camina conmigo en el monte
y seremos eternos.
La pureza de tu rostro.
Tu mirada infinita.
Las evocaciones al Pinus, al Quercus
al abismo de tus ojos.
La luna eterna al pie de la montaña.
Te fuiste y no dijiste adiós,
me tuve que dar la vuelta.
Así partí, mal herido.
Tuvimos los galgos,
tuvimos los ranchos,
tuvimos las yeguas.
Creímos haberlo tenido todo;
pero tú no estabas
Habías partido habiendo dejado en la lumbre
buenos troncos de mezquite,
poleo ya cortado, y la promesa de explorar el
otro lado del río.
Ciento veinte días de intermitencia
de amor a cuenta gotas.
Te vas en el día más lluvioso.
Ni una semilla, ni una foto,
ningún árbol plantado.
Praderas alpinas pronuncian tu nombre.
El Bolsón de Mapimí.
La Llanura Costera del Golfo Norte.
Fuiste todos los tipos de vegetación
Fuiste y eres Flora Fauna y Funga
Fabulosa fecundidad
Faustas fragancias a jazmín.
De la Sierra Madre
tu nombre
Del canto de las aves
su mejor intérprete
De los senderos entre la hojarasca
guía nativa en la serranía.
Conrado de León
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