¿Qué sabemos de las pandemias de influenza?
La influenza causa entre 250 000 a 500 000 muertes en el mundo cada año. Entender cómo se comporta una epidemia, la cual, cuando se convierte en un fenómeno mundial se denomina pandemia, es sumamente importante. En el mundo globalizado los contagios viajan cada vez a mayor velocidad, por lo que conocer el comportamiento de las enfermedades es imperante para desarrollar planes de acción, ser capaces de prevenir y brindar guías fidedignas sobre el efecto de las vacunas.
La influenza o gripe estacional ha acompañado y, en muchos casos, azotado a la humanidad a lo largo de su historia, ya Hipócrates (412 AC) describió lo que podría haber sido una epidemia de influenza, aunque no la llamó así. El término influenza viene del latín “influentia” y se introdujo en Italia en el siglo XV llamándose comúnmente “influenza di freddo” (por acción del frío). Otros episodios similares fueron reportados en la Edad Media. El término fue adoptado posteriormente por los ingleses y franceses en el siglo XVIII quienes le dieron el nombre de “grippe”.
La influenza es causada por tres tipos de virus que se denominan como A, B y C. Estos virus son los patógenos más diversos que se conocen. El tipo A fue aislado en 1933 y los otros dos algunos años después. La influenza estacional es causada por virus tipo A o B. Sin embargo, la vacuna de la influenza anual protege enteramente para el tipo B. El tipo C no provoca infecciones graves o, al menos, al día de hoy no se ha demostrado ninguna epidemia causada por este tipo de virus. La influenza estacional puede ser, entonces, por virus tipo A o B.
El virus A tiene una habilidad notable para intercambiar partes de su genoma, el cual presenta segmentaciones. Esta característica produce variantes nuevas de virus fácilmente, para las cuales el hospedero tiene pocas o nulas defensas. El virus A se subclasifica de acuerdo con proteínas que tiene en su superficie conocidas como: hemaglutinina (H) y neuroaminidasa (N), de esta última depende la capacidad para provocar formas graves de la enfermedad, por ejemplo, las pandemias recientes han sido por virus H1N1 y H3N5. Los números se dan según se han ido descubriendo las cepas de virus.
Estudios filogenéticos han mostrado que los cambios recientes en el tipo de proteínas de superficie de los virus en cuestión, se originaron en virus de aves que posteriormente se reasociaron con el genoma viral humano.
En el siglo XX la gripe española (1918 y 1919), causada aparentemente por el virus H1N1, fue devastadora. Se estima que sólo en la India provocó el fallecimiento de cerca de 20 millones de personas y se calcula que el número total de muertes en el mundo podría haber sido del doble.
La gripe asiática en 1957 causó cerca de 4 millones de muertes, su causante fue el virus Influenza H2N2. La influenza de Hong Kong en 1968, fue causada por el virus H3N2 y hubo cerca de 2 millones de muertes.
El subtipo H1N1, reapareció en 1977 y está aún en circulación junto con otra cepa, la H3N2. A finales del siglo pasado se aisló en Hong Kong un nuevo tipo de virus A H5N1, que no había sido identificado antes en humanos y que es predominantemente de aves. Se ha propuesto que el contacto cercano con aves facilita su transmisión, no obstante, no se ha demostrado que pueda transmitirse a través del consumo de carne del pollo.
En México registramos una ola importante dentro de la pandemia de influenza A (H1N1) entre abril de 2009 y agosto de 2010. Esta última causó un estimado de 280 mil muertes en el mundo en su primer año de circulación. Según la Secretaría de Salud mexicana, se considera una enfermedad tipo influenza si la persona presenta fiebre mayor o igual a 38°C, tos y dolor de cabeza o irritabilidad acentuada en niños pequeños, acompañados de alguno de los siguientes o varios signos y síntomas: catarro y congestión nasal, dolores en las articulaciones y musculares, dolor al tragar, en el tórax o en el abdomen y diarrea. En las personas de más de 65 años puede presentarse sin fiebre.
El diagnóstico de influenza se confirma con una prueba de laboratorio en la que se confirma la presencia del virus (por una prueba que se conoce como RT-PCR en tiempo real). Durante el 2009, se observó en México una primera ola de influenza entre la segunda semana de abril y la primera de mayo, el número de casos aumentó en un 162 % (de 461 653 a 1 209 475 casos semanales nuevos).
Momento en que se consideró el inicio de la pandemia de influenza A (H1N1). Una vez que pasó la primera ola se presentó otra, con diferentes picos que inició en septiembre y permaneció el resto del año. La enfermedad presentó un riesgo mayor para las personas fumadoras, o con obesidad, diabetes, asma o enfermedades pulmonares crónicas. La pandemia se comportó de manera extraña porque atacó especialmente a adultos jóvenes, en sus treintas, así como a niños entre cinco y nueve años de edad.
Recientemente se publicó un estudio interesante en la revista Lancet Respiratory Medicine sobre el comportamiento de esta pandemia en Inglaterra, donde, del total de personas expuestas al virus, resultó infectada 20 % de la población. En el estudio “Flu Watch” los investigadores realizaron una encuesta de seguimiento en diversos puntos de Inglaterra durante 5 años. En éste recabaron muestras de sangre de personas antes y después de la ola gripal y correlacionaron los datos con la sintomatología observada.
El hallazgo interesante y novedoso es el siguiente, resultó que cerca del 18% de la gente que no estaba vacunada se infectó con el virus. Sin embargo, el 77 % de los infectados no presentaron síntomas de la enfermedad y de los que sí tuvieron influenza sólo el 17 % acudió al médico.
De estos datos se desprende que los casos registrados de gripe representan sólo la punta del iceberg clínico y que la mayor parte de los casos de infección pasan desapercibidos por los sistemas de salud. Así también, se sobreestima la proporción de casos que llegan al hospital y que fallecen. Es necesario tomar en cuenta estos factores al proyectar estadísticamente los alcances de una enfermedad. De otra manera corremos el riesgo de asumir certezas falsas.
Quedan muchas preguntas abiertas de este estudio, pero queda claro que la única vía para prevenir la infección es vacunarse. Las vacunas contra la influenza se han utilizado desde hace sesenta años y son efectivas y seguras. Cada año se renueva el tipo de vacuna de acuerdo con los virus que se encuentran en circulación. Como medida general, los cubrebocas y el lavado frecuente de manos son las medidas que todos podemos, y debemos, poner en uso para evitar el contagio. Pero la vacuna sigue perfilándose como el método más efectivo de defensa.
En caso de infección la influenza se puede tratar con medicamentos antivirales como la amantadina y los inhibidores de las neuroaminidasas, aunque esto debe hacerse bajo estricta supervisión médica y sin utilizar antibióticos regulares para evitar el riesgo de que surjan resistencias virales. Los virus mutan fácilmente y los individuos de las siguientes generaciones dejan de ser sensibles a un tratamiento dado, la posibilidad de que surjan organismos resistentes a todos los tratamientos es alta. Esto traería consecuencias no sólo sobre la salud individual, sino sobre la sociedad en general, por lo que resulta mejor prevenir la enfermedad que tratarla.
Recientemente las técnicas de la epidemiología molecular se han aplicado con éxito al estudio de los virus de la influenza, especialmente del virus aviar H7N9 responsable de casos graves en humanos. Mediante estas técnicas se puede conocer con bastante exactitud el virus al que está expuesta la población y desarrollar fármacos nuevos para combatirlos específicamente.
El virus H5N1 permanece siendo un enemigo activo; en enero de este año se informó de la muerte de una persona por este virus en Canadá, que regresaba de un viaje a China. Otros virus poco usuales en el humano son el H9N2 y el H10N8, varios de los pacientes infectados con ellos habían tenido contacto directo cercano con aves. Se empieza a intentar la restricción de los mercados de aves vivas que son comunes en China.
En Estados Unidos se ha demostrado la existencia de otro virus H3N2v, variante del original que previamente sólo se había detectado en cerdos. Al parecer la gripe que produce no es muy letal, pero hubo muchos pacientes infectados con él en los últimos años. Al seguir su pista se observó que algunos cerdos se infectaron con el virus humano H1N1 y el virus mutó y es ahora más infectante.
Sabemos que el mundo seguirá sufriendo de pandemias, es un hecho que no podemos evitar. Conocer a detalle el comportamiento de las que han afectado a la humanidad en el pasado es la única manera de estar preparados para enfrentarlas. Actualmente se piensa que la siguiente podría ser causada por el virus H3N2v, por lo que ya se trabaja en la vacuna pertinente. Mientras, nos tendremos que seguir cuidando de la influencia estacional y si estamos dentro de la población más susceptible a infectarse no queda más remedio que vacunarse cada año.
Referencias y lecturas
Hayward AC et al. 2014 Comparative community burden and severity of seasonal and pandemic influenza: results of the Flu Watch cohort study. Lancet Respir Med dx.doi.org/10.1016/S2213-2600(14)70034-7.
SINAIS/SINAVE/DGE/SALUD/Perfil epidemiológico de la pandemia de Influenza A (H1N1) 2009 en México. D.R. © SECRETARÍA DE SALUD, SUBSECRETARÍA DE PREVENCIÓN Y PROMOCIÓN DE LA SALUD DIRECCIÓN GENERAL DE EPIDEMIOLOGÍA, ISBN 978-607-460-250-0
Mike Kidd 2014 Influenza viruses: update on epidemiology, clinical features, treatment and vaccination. Curr Opin Pulm Med 20: 242–246.
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