¡Perros de agua! ¿Cómo, vamos a buscar perros en el río? Efectivamente, vamos al campo tras la pista de los perros de agua; así es como se les conoce a las nutrias en la mayoría de pueblos originarios y comunidades rurales mexicanas. ¿Pero qué son exactamente esas criaturas peludas y carismáticas que juegan en los ríos? Son animales, por supuesto, vertebrados, parte del grupo de los mamíferos, al igual que nosotros, que pertenecen a una familia de carnívoros llamada Mustélidos (la cual también comprende a hurones, tejones y comadrejas). Esas son las nutrias, vaya, y el último miércoles de mayo las celebramos con el #Díamundialdelanutria #Worldotterday Por Pablo C. Hernández-Romero[1]

Son mamíferos especialmente adaptados a una vida acuática, por lo cual presentan características muy interesantes, por ejemplo, tienen pliegos de piel entre sus dedos que les permite nadar mejor (como las patas de los patos). Otra característica que les permite vivir en el agua es su pelo, que es algo extraordinario, ya que son los animales con mayor densidad de pelos del mundo: ¡llegan a tener más de 100 mil pelos por cada cm2!, esto es más o menos lo mismo que una persona en su cabeza por cada centímetro cuadrado de su pelaje, y además dispuesto de manera tal que se alterna una capa de pelos cortos con una más larga, lo cual les brinda un aislamiento del clima y del agua sumamente eficiente, característica esencial para la vida acuática que llevan; las nutrias marinas, sin ir más lejos, llegan a pasar hasta 90% de su vida dentro del agua.

Hay 14 especies registradas de estos organismos a nivel mundial, dos de ellas marinas y el resto dulceacuícolas, y la última adición a la lista se trata de una especie nueva identificada en México, pero más delante hablaremos sobre dicho descubrimiento. Sin embargo, no todas las nutrias pasan el grueso de su tiempo en el agua, con excepción de las marinas, Enhydra lutris y Lontra felina, como decíamos, el resto de las nutrias tienen que salir a tierra para dormir, comer, reproducirse y cuidar de sus crías, y es por eso que se les denomina especies semiacuáticas (vida acuática y terrestre).
Para que las nutrias puedan sobrevivir requieren de ciertas características presentes en su hábitat, sobre todo de buena calidad de agua, ya que de eso depende su alimento. Su dieta comprende peces, camarones, cangrejos, langostinos de río, moluscos y otros pequeños vertebrados como anfibios, reptiles y hasta aves acuáticas. Además, las nutrias dependen de que las riberas de los ríos tengan zonas de refugio (troncos o rocas grandes que creen pozas) para construir sus madrigueras y vegetación nativa que les brinde sombra y resguardo de depredadores.

Sin embargo, el ser humano realiza gran parte de sus actividades, incluyendo el asentamiento de pueblos y ciudades, junto a los ríos, por lo cual el hábitat de las nutrias está bajo mucha presión, eso aunado a la contaminación, cambio de la ribera, represas, desecación y deforestación, son ejemplos de cómo se ha cambiado el hábitat de la nutria. Y si adicionamos otras actividades como la cacería, el uso de nutrias como mascotas y la aparición de enfermedades se comprenderá porqué sus poblaciones se encuentran en declive y por lo tanto en categorías de riesgo de extinción en todo el mundo, incluyendo México.
¿Cómo se estudian las nutrias y qué se puede hacer para su conservación?
Para empezar, en nuestro país teníamos tres especies de nutrias, así es: teníamos. Lamentablemente una de las tres, la nutria marina (Enhydra lutris), se considera extinta en México; hace ya varias décadas desde el último avistamiento en el norte de las costas de Baja California.
Las otras dos especies son la nutria de río (Lontra canadensis), que habita en la cuenca del Río Bravo en el norte del país, y la nutria mesoamericana (Lontra annectes), que se encuentra en gran parte del país, desde Sonora hasta Chiapas del lado del Pacífico y desde Tamaulipas hasta Quintana Roo por el lado del Atlántico. Además, podemos encontrar a la especie en estados del interior como Zacatecas, Morelos, Puebla y San Luis Potosí. A esta última especie, es a la que yo le he dedicado casi 15 años de estudio y aventuras.

Son las 5am y ya suena la alarma, tenemos que levantarnos, vestirnos con zapatos y ropa para el agua, preparar la balsa, ¡chalecos salvavidas y equipo porque nos vamos a buscar nutrias al río! Y no a cualquier río, vamos al Río Pescados de Veracruz, donde el agua es fría y a esa hora aún más. Al ser animales semiacuáticos, uno tiene que estar dispuesto a mojarse, ya que seguirlas en su hábitat natural para su estudio es todo un reto logístico, físico y empaparse es un requisito.
Tacho nuestro guía de balsa dice: ¿listos? Nos subimos a la balsa de rafting y así comenzamos nuestro recorrido a lo largo del río entre olas y rápidos, mojados, con frio y desvelados pero con toda la emoción de buscar a la nutria y sus rastros para tomar datos y colocar cámaras-trampa que nos permitan hacer estudios sobre cuántas nutrias hay, qué comen, su salud fisiológica, sus genes, sus patrones de actividad y muchas otras cosas.


Es así como el estudio y conservación de la nutria mesoamericana me ha permitido vivir muchas aventuras y experiencias a lo largo y ancho del país, desde pequeños arroyos en las montañas altas de Veracruz, Guerrero y Oaxaca, zonas áridas de Sonora y Zacatecas, hasta las lagunas de Bacalar en Quintana Roo y pantanos de Centla en Chiapas.
Trabajar con nutrias no solo implica estar recorriendo ríos y lagunas, sino también establecer un contacto con las personas de todas esas localidades porque el actor clave en la conservación biológica es siempre la población local. Es por ello que siempre hemos integrado a la gente por medio de talleres, charlas, videos y material de divulgación para que conozca la importancia de conservar a la especie y sobre todo aprendan a valor sus ríos, y la suerte que tienen de que un animal tan maravilloso e importante perdure en sus localidades, y que está en sus manos poder conservarla por mucho tiempo.

De México para el mundo: el reconocimiento de la nueva especie de nutria
Durante mis estudios de doctorado con la nutria antes llamada neotropical (Lontra longicaudis), pude encontrar evidencia morfológica (forma de cráneos) genética y ecológica (nichos ecológicos) que sugería que dicha nutria que habita desde México hasta los Andes sudamericanos es en realidad una especie diferente de la nutria neotropical (Lontra longicaudis). En realidad se creía que la nutria que estaba desde México hasta el norte de Argentina era una sola especie, pero pues encontramos que no es así y que ahora podemos decir que en el mundo no existen 13, sino que 14 especies distintas de nutrias.
La nueva especie ahora llamada nutria mesoamericana (Lontra annectens) se encuentra desde el norte de México hasta el Oeste de los Andes de Venezuela, Colombia, Ecuador y Perú (Figura 2).

Lo importante no es que haya una especie nueva de nutria, sino que ahora tenemos que diseñar estrategias y planes de acción para la conservación de esta especie y en especial aquí en México que es donde presenta una reducción en su distribución y sabemos de zonas donde antes había nutrias y actualmente ya no hay como en Aguascalientes, gran parte del estado de Morelos, Puebla, Hidalgo y Estado de México.
Por lo cual los esfuerzos de conservación para mitigar sus amenazas se hacen ahora más que nunca necesarias y continuar impulsando incluir a la gente para que pueda conocer su importancia y permita que más personas e instituciones se suman a estos esfuerzos.
Si te interesan las nutrias, su estudio y conservación puedes conocer más sobre ella en un próximo episodio de Masaje Cerebral (en plataformas el viernes 23 de mayo), así como en las redes @nutrias_mexico y @proyectolontramx
[1] Pablo César Hernández-Romero es biólogo por la Universidad Autónoma de Aguascalientes, con maestría y coctorado por el Instituto de Ecología A.C. (INECOL). Actualmente es profesor de tiempo completo de la Facultad de Estudios Superiores Iztacala de la UNAM. Desde el año 2015 es miembro del Otter Specialist Group de la IUCN, desempeñándose como coordinador de México y Centroamérica y como colaborador del Proyecto Lontra MX. Su línea de investigación se ha enfocado en la biología de la conservación con nutrias (ecología del paisaje, ecología de poblaciones, coexistencia entre humanos-fauna silvestre, integración de grupos de monitoreo participativo y divulgación científica) lo cual le permite identificar y mitigar amenazas, así como resolver diversas problemáticas para la conservación de la especie en México. Debido a sus aportes en la investigación, conservación y el descubrimiento de una nueva especie de nutria (nutria mesoamericana), en el 2016 y 2024 fue reconocido como ganador del Oscar Award otorgado por el Fondo Internacional de Supervivencia de Nutrias (IOSF).
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